Siempre paciente, nunca impaciente.

Suelo decirle a algunos pacientes que es preferible hacerse el enojado que enojarse de veras.
Y los psicólogos? Deberíamos "enojarnos"?
Ya se sabe que todo lo que hacemos se puede evaluar solamente por sus efectos. Nada está mal a priori, sino que depende del efecto que cause en el tratamiento. 
Es una pena que haya que recordar que esto no incluye el maltrato ¿pero no era que nada está mal a priori? ¿y si x paciente sólo responde a intervenciones autoritarias? En ese caso el paciente necesita un tratamiento de internación, donde está sujeto aque se use la fuerza.
Pero tampoco tiene que ser todo dulzura y mimos.
Entiendo por ejemplo que actualmente hay un marco legal que prohíbe cosas como decirle al paciente que es un idiota. Con lo que la caja de herramientas se restringe. Entendemos que se pierde mucho menos por las dos o tres ocasiones en que eso pudiera resultar una intervención acertada, que por permitir que cualquier psicópata diplomado vaya por la vida degradando a la gente que tiene a su cuidado "por su bien".
El cuidado de la salud es esto todo el tiempo: balancear costo-beneficio, así que nada nuevo bajo el sol.
Enojarse no necesariamente implica que se insulte. Hacerse el enojado tampoco. Entonces qué dice el enojo.
El enojo dice "Sos malo, no te quiero".
Que venga alguien a decirme que no se le puede decir a un paciente que no lo querés. 
Es arriesgado? Más peligroso me parece que un terapeuta le diga "te quiero".
No ví en ningún lado que el paciente tenga derecho a sentirse querido por su terapeuta.
Lo digo así para que se aprecie el absurdo.
La técnica psicoanalítica exige una máscara de neutralidad, pero es una exigencia técnica precisa: apunta a que la asociación libre tenga la menor selectividad posible. Personalmente creo que tampoco es un recurso omnipotente, además de que no deja de ser impracticable en realidad. La experiencia muestra que mientras la principal demanda del analista sea la producción de discurso del paciente, sea el que sea, todo marcha.
Pero como se sabe, el campo de aplicación de la técnica psicoanalítica es limitado. En muchos casos hay que usar otras técnicas, y usar una herramienta para un fin diferente no suele salir bien, mucho peor si esa herramienta se eleva a la categoría de regla moral universal.
Lo que sí creo que casi en todos los caso parece ser algo necesario en la actitud que se imponga el terapeuta, es que el paciente le importe.
Salvo quizás con los narcisistas, que necesitan alguna vez hacer la experiencia de la insignificancia, si el paciente no te importa, se nota, y pasan cosas.
Cuando el paciente te importa, puede que confundas tu bien con el suyo, por más entrenamiento que tengas.
Pero como decía: el cuidado de la salud es balancear costos y beneficios.


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