Anotá, anotá!

Inventamos la escritura para perpetuar la memoria? No lo creo: los celtas sabían escribir pero la historia y las leyes las recitaban hasta aprenderlas de memoria. Las runas las usaban para firmar sus productos: espadas, megalitos, barcos. La escritura era la meada de perro del hombre.
Los egipcios, que para el pensamiento conspiranoico inventaron todo, usaban la escritura para hablarle a los muertos. Y para cobrar los impuestos. 
Platón, otro que bien baila, comparaba la escritura a la falopa. Como todo viejo que no domina las costumbre nuevas, echaba pestes contra el uso del texto escrito en el campo del saber.
Por suerte a los viejos chotos nadie les da bola.
Hoy en día sigue siendo una cuestión sin resolver. La escritura ¿ayuda a la memoria o la perjudica?
Hay estudios que muestran que, estadísticamente, las personas que toman apuntes con lápiz y papel recuerdan más que las que usan un teclado. La explicación que dan es que con los apuntes manuscritos siempre se resume, lo que implica mayor procesamiento, conexiones lingüísticas y análisis conceptual de lo oído.
Freud desaconsejaba tomar notas durante la sesión, para evitar que su atención se fijara selectivamente en el material que le presentaban sus pacientes. Yo pensaba que se mandaba la parte diciendo que anotaba todo al final del día, pero si uno trabaja tranquilo esas cosas se recuerdan bien. No, no es fácil distorsionar el material, porque las ideas importantes se repiten hasta el hartazgo. No es nada sutil el inconsciente.
Lamentablemente, no todos podemos trabajar nueve meses al año y bancar una casa propia, personal doméstico y parientes fracasados, vacacionando en Trieste o en Grecia. Terminada la jornada hay mucho que hacer, así que se anota durante la sesión, como sea.
Después vienen los pacientes que anotan cosas. Me da pena decirles que con eso no se adelanta mucho.
Si uno se tiene que olvidar algo, no sirve anotarlo. Si uno tiene algo que decir, lo va a decir tarde o temprano. Pero como tampoco estorba, si alguien anota, y trae al consultorio su cuaderno, eso se lee.
Se lee en sesión, por supuesto: si no se puede convertir en un soborno para obtener tiempo extra de atención. Pero lo cierto es que la escritura no hace más abundante la comunicación, ni más profunda la comprensión (a veces creo que en lugar de tomar notas debería hacer garabatos, diagramas incomprensibles).
A veces sucede que un paciente dice cosas que no se me fijan en la mente, y no sirve grabarlas, ni repasarlas. Simplemente, más allá de que mucho de lo que se dice en sesión sea sarasa de la buena, hay puntos ciegos que no se quitan.
Ahora se escribe mucho más, hasta tenemos decodificadores de texto a voz que podríamos usar.
Una vez convertido en series de caracteres, "strings", lo dicho podría ser analizado en muchas formas. Ya he visto desarrollos de inteligencia artificial (machine learning, para ser estrictos) que pueden identificar con el margen de error de un clínico experimentado en discurso de un psicótico.
Eso es algo que debería estar dando dolores de cabeza a los partidarios de la etiología orgánica de la esquizofrenia, pero no, qué cosas.
No descartaría que se disponga en breve de un ayudante digital que llame la atención del terapeuta sobre posibles conexiones semánticas, referencias biográficas y culturales en los dichos de los pacientes.
Por ahora parece que se limitan a medir la frecuencia de ideas negativas, sesgos cognitivos, etc. POrque no se les preguntan cosas más jugosas. Pero ya va a pasar.
Lo que no sabemos es si pasaría lo mismo que pasa con la alarma de mi despertador, que fielmente suena cada día a las siete y media para que yo la apague y siga durmiendo otra hora.

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