Manos a las sobras
Ocuparse en lugar de preocuparse, es algo que se dice tanto que ya es frase vacía.
Es abuso de las fórmulas verbales tiene un efecto opuesto al de las algebraicas: en lugar de volverse más precisas y eficaces, se opacan y terminan como esos stickers viejos y descoloridos en los kioskos de barrio. En los tiempos de pandemia, sin embargo, tengo que recurrir a este principio casi constantemente, para mí mismo también. Hay una parte del talento de un terapeuta que es decir estas cosas sin que se gasten. Para eso algunos optan por el silencio, porque hablando poco hacen que cada frase parezca trascendental.
Cualquiera con dos dedos de frente sabe que es un efecto de ilusión, por eso llama la atención que sea tan practicado por los psicoanalistas: para el inconsciente da lo mismo que digas tres palabras o mil, si ninguna se conecta con un recuerdo clave no pasa nada.
Bueno si uno habla sin parar es otra cosa. Pero no es necesario ser absurdos.
Para algunas intervenciones hay que decir algo. Para un contexto de pandemia hay que tomar una posición de reconocer y hacer reconocer que se vive en una situación de peligro real. Y cuando un paciente está en peligro, los terapeutas somos responsables. No quiero que esto suene como una admonición: lo que digo es que tenemos responsabilidad civil, y eso es algo que conviene no aprender por el camino duro.
Algunos ejemplos prácticos:
Paciente depresiva, antecedentes de alcoholismo, agorafobia. Suspende sesión porque está con malestar estomacal, arreglamos para otro día de la semana. Cuando llega el día, me vuelve a llamar para decirme que se sigue sintiendo mal. Se la escucha mal, aunque otras veces la haya escuchado mal. Esto podían ser varias cosas: desde una manifestación resistencial (era una paciente bastante faltadora) hasta una secuela de consumo de alcohol, pasando por... una enfermedad.
¿Ya conté de esa señora que iba a la guardia diciendo que tenía un bulto en el vientre, siempre le daban buscapina y al final resultó que tenía un avanzado cáncer?
Como dice Kaplan El Magnifico "Nada prohíbe que un paciente psiquiátrico contraiga una enfermedad orgánica".
Ante ciertas cosas, no vale entrar en cálculos clínicos, o especulaciones esotéricas. Hay que seguir las buenas prácticas. Y las buenas prácticas dicen que se descarte patología orgánica.
¿Es un obstáculo para la terapia? No, sino lo contrario: del cuerpo del paciente no nos corresponde ocuparnos y el consejo es derivar la intercurrencia con el médico orgánico. Una vez descartada/compensada la patología, seguimos con lo nuestro.
Mi respuesta a la segunda cancelación fué indagar por su estado de salud, nada raro, preguntarle si todos estos días se había sentido mal, si tuvo fiebre... Y tuvo fiebre. Entonces le pedí que llame a su cobertura de salud para pedir un médico, lo que es más fácil y práctico que ir a una guardia. Que después me cuente cómo le fué.
Al otro día me llama "Licenciado, estoy internada. Vino el médico y dijo que tenía apendicitis".
En este caso "ocuparse" fué llamar al médico.
Principio de la pandemia, madre soltera. Angustiadísima con la posibilidad de contagiarse, contagiar a su hija. estamos en Fase Uno, todos encerrados, pero hay que comer, aunque no salgas la comida tiene que entrar, y alguien la tiene que traer. Son muchas cosas juntas, que desinfectar, ordenar. Dónde, como.
Lo primero que hice: decirle que lo que siente es miedo, aunque ella es una persona de angustiarse fácil y mucho, lo que tiene es miedo, porque es la respuesta a un peligro concreto y difícil de medir, porque no tenemos suficiente conocimiento.
Lo segundo fue recordarle que por su profesión, tenía las herramientas para hacer un procedimiento ordenado y eficiente para minimizar los riesgos. Después, todo fué vender la idea de "minimizar".
Claro que esta estrategia tiene sus limitaciones. Por ejemplo con los celosos. Uno sabe que el celoso puede tener en realidad intensas fantasías de ser infiel, pero también sabemos que cumplir esas fantasías no tiene el menor efecto sobre las sospechas obsesivas. Tampoco en los casos en que la fantasía detrás de los celos es la de espiar a la persona deseada mientras coje con otro/a: participar en tríos no resuelve las cosas por más satisfactoria que sea la experiencia.
El riesgo al ocuparse es que se produzca lo que llamamos un "acting out": una recreación impulsiva de una fantasía primitiva combinada con elementos actuales, algo así como soñar pero en lugar de imágenes, conductas.
Precisamente por eso es una estrategia que necesita el aporte de palabras, ideas y relatos de parte del terapeuta. Y para que no sean lugares comunes, hay que exprimirse un poco e improvisar.
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