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Haz lo que yo digo...

...pero no lo que escribo. A la gente de leyes y a los académicos, les encantan las cosas por escrito. La cofradía de la infromática ya es otro cantar, porque si bien todo lo hacen por escrito, ellos están del otro lado del mostrador de la escritura, así que tienen derecho a mostrarse un poco cínicos frente a los fetichistas de la letra. Los psicólogos (y los médicos también) trabajamos con la palabra. Dependemos de lo que nos dicen como los marinos del principio de Arquímedes. Nuestras intervenciones son palabras, nuestro bisturí es la voz, nuestro medicamento el idioma. Hasta ahí todo bien, nos encanta escuchar y decir cosas ingeniosísimas. Y por más que nos digan vendehumos, la cosa funciona: la gente se siente mejor, los locos en general están menos locos, y los padres complicados torturan un poco menos a sus hijos. Llegará un día en que ya no hagan falta psicólogos... Como iba diciendo, decimos y nos dicen cosas y todo marcha bien. Y qué pasa con lo que se escribe? Porque también ...