Hablar al pedo
Siguen apareciendo situaciones que tienen mucho que ver con los límites, las reglas y el hecho de que las personas somos muy de querer algo de los demás. Por supuesto, la cosa se complica porque lo que no somos capaces es de resignar algo que nos interesa. Y no es, como querían los filósofos de la sociedad moderna, que entre humanos nos peleamos por las cosas que necesitamos, sino que las cosas de que intentamos apoderarnos son siempre otros humanos. Con las cosas casi nunca hay problemas: se sueltan como la cola de la lagartija y se terminó el asunto. ¿Acaso no se ve claro donde sea que alguien se aferra a una cosa es porque de alguna manera la siente como una parte de sí mismo? Que las cosas sea parte de uno lo explica muy seriamente Winnicot, pero se prueba fácil haciendo que alguien presencie cómo le rayan el auto. Las cosas propias duelen como cualquier órgano. Todos queremos algo de los demás, todos queremos a los demás como cosas. Que se proponga como ideal de vínculo la ne...