Trabajo de duelo
El abuelo Simpson veía la muerte a cada rato. "¡Ahí está!", señalaba, donde no había nada. El que hace duelo pasa por algo parecido. Vive reconociendo los lugares donde ya no está la persona que perdió, anunciándose como un noticiero la lista de lugares cotidianos donde ya no está.
Esta parte del duelo es fácil de entender, lo que no se llega a explicar es por qué justamente duele tanto. Tal vez no nos cuestionamos relamente, nos parece natural que donde falta el objeto haya un dolor tan agudo. Parece un fenómeno primario, y de hecho varios se tentaron de llevarlo al lugar de un modelo de todos los demás problemas, como si cada trastorno encubriera una forma de duelo por algo, habló de duelo por los ideales, duelo por los padres imaginarios, duelo por la libido perdida... Nunca me gustaron esas mescolanzas: llevan a decir cualquier cosa y los conceptos dejan de servir. Sobre todo creo que se hace antropomorfismo.
Si confundimos el dolor de perder a alguien con el dolor de perder lo que sea, es únicamente porque podemos simbolizar a cualquiera con cualquier cosa. El antropomorfismo es del sujeto mismo.
Los pacientes en duelo son terribles: siempre preguntan "¿qué hago, qué tengo que hacer?¿Cómo salgo adelante, cómo se apaga esto?".
Un reverendo hijo de puta les decía a los pacientes que no tenían que tomar medicación, porque el duelo "lo tenían que sufrir". Los malabarismos que tuve que hacer para que el tipo en tratamiento no dejara sus remedios.
Personalmente no les propongo hacer interconsulta con psiquiatra sólo por el hecho de estar en duelo, esto es como una regla básica: no introducir remedios "por si acaso". Como se hace con los antibióticos. Tampoco soy de fijarme mucho (y esto sí es algo que elijo) en cuántas veces por día lloran, ni cuántas horas pasan entre cada llorada. Me preocupa más cómo se sienten en proporción al dolor: si se ven abrumados, si sienten que no aguantan. Se trata de aportar algo de alivio, la medicación, a diferencia de lo que se imagina la gente sobre las drogas, no es "todo o nada", de hecho, la medicación ideal no tendría ningún efecto sensible.
El trabajo del duelo se va a hacer igual. Porque como me siento obligado a decirles a mis pacientes, es una cuestión de tiempo.
Ese trabajo tiene dos partes: una parte autónoma y una accidental. El trabajo autónomo depende del deseo y es el que ancla a la persona en la depresión. Lo dije complicado para que suene a paradoja, pero es simple: el deseo por la persona que no está hace que se recuerde todo el tiempo, pero esos recuerdos no son simples recreaciones del pasado sino una invocación fallida. El deseo va a buscar el pensamiento mágico para tratar de cambiar la realidad a fuerza de automartirio.
Ahí es donde es tan insensato decirle a los pacientes que eviten pensar, como que piensen a propósito.
Lo único que cabe es dosificar, hacer pausas, sabiendo que después se sigue con lo mismo.
La tarea accidental del duelo es la del abuelo Simpson: cruzarse con la muerte en el mundo real. Se acuerdan que donde el abuelo veía la muerte, no había nada, o había cosas triviales. Pero el hecho es que en las cosas de todos los días es donde se va consumando la pérdida, que es lo que al final cierra el duelo, cuando se puede.
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