Finales de tratamiento
Winnicot, el pragmático, decía que en el consultorio particular uno se pregunta "cuánto más se puede avanzar" con un tratamiento, hasta dónde se puede analizar, se busca agotar todas las posibles conexiones. En cambio en el hospital público, nos preguntamos "qué es lo mínimo necesario para que el paciente salga adelante", con la cabeza puesta en la fila de pacientes que también necesitan tratamiento.
Freud, otro que bien baila, afirmó que "el tratamiento se termina cuando el paciente y el analista dejan de encontrarse". Un vivo bárbaro. En realidad terminó diciendo que no se puede avanzar más allá del complejo de castración. Lacan dijo que se podía hacer algo que llamó atravesamiento del fantasma (el fantasma es la fantasía de base que organiza la relación deseante con el objeto), pero en definitiva también se quedó con una cura asintótica y medio interminable. Poner demasiadas exigencias a una curación equivale a no terminar nunca.
No estoy en contra del análisis continuo. Personalmente no dispongo de plata ni tiempo suficiente para eso. Sobre todo de tiempo.
En mi propio consultorio, como no pienso abarcar todo, aspiro a que mis pacientes sean de los que siguen adelante en algún momento. Casi siempre me atengo a que si no quieren seguir, no sigan. Algunos terapeutas les hacen planteos por el lado de la resistencia. Teóricamente es correcto, pero se entra en una lógica al estilo del traje invisible del rey:
-No encuentro el sentido de venir a terapia.
-Tal vez necesitás más terapia para verlo.
En muchos casos es cierto: necesitan más terapia, pero tengo mucho respeto por la claridad. Cuando quiere dejar un paciente que me parece en riesgo, prefiero decirle "No estás listo, tenés que seguir en terapia, si no es conmigo buscá otra persona, pero seguí".
Si creo que el paciente se quiere matar, llamo a la familia. Una vez tuve que ir a tribunales por eso.
Si se van a atender conmigo, por favor tengan familia, o no quieran matarse, esos tramites llevan un tiempo horrible.
Pero fuera de los caso de riesgo ¿qué se ganaría induciendo al paciente que quiere dejar? Que siga en terapia porque no se anima a estar en desacuerdo con el saber que nos supone.
Y dejando de lado los casos en que hay verdadera resistencia al tratamiento, que las ganas de hacer terapia vayan bajando es algo esperable: hacer terapia es un esfuerzo, es trabajoso, y cuando te sentís mejor empieza a ser pesado.
Ahi creo que se puede dar el caso ideal de fin de tratamiento, y es cuando el terapeuta lee, interpreta que su paciente tiene ganas de otra cosa. Uno se tiene que dar cuenta de que la cabeza está en otra cosa. Y no hay confusión posible con una resistencia, con un problema de relación transferencial: cuando pasan esas cosas los pacientes no pueden hablar más que de la terapia, o directamente no encuentran qué decir.
Lo único malo de hacer esto es que casi nunca vuelven.
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