Cosa de hombres

Me crucé ayer con una de esas listas de actitudes a revisar. En general esos catálogos de vicios son más moralistas que el código de Hammurabi, y si bien soy partidario de la idea de que sí hay algunas morales mejores que otras, no dejan de ser una receta de normalidad a la que cualquier hipócrita se acomoda, sin que lleguen a hacer mella en las motivaciones profundas.
Claro que hay exepciones, que se dan cuando alguien inteligente usa el formato de lista para producir un texto que interpela, como es el caso ya ilustre de las razones que daba María Elena Walsh por las que uno es machista.
Esta que ví ayer era algo mucho más modesto, pero también tenía algunas perlitas.
Al lado de los ítems que ya son clásicos, había algunas perlitas, que son creencias de los varones nunca muy explicitadas.
Que los hombres valoran menos a las mujeres que tuvieron muchas parejas sexuales, es cosa archisabida, porque es un prejuicio interactivo: las mujeres lo conocen y actúan de manera de no en esa desvalorización. Esconden sus aventuras, dejan pasar citas sin tener sexo para que el hombre no crea que son "fáciles"... Por supuesto, los hombres con esto sólo confirman sus prejuicios, en lugar de replantearse qué sentido tiene fijarse en cuánto coje una persona.
Es mucho más raro que alguien conozca mitos concretos, como la creencia de que la vagina se dilata de manera irreversible cuando una mujer tiene sexo con muchos hombres. Es un viaje sin escalas a las teorías sexuales infantiles, una de las cuales sostiene que las mujeres nacen con pito y lo pierden cuando tienen relaciones, y que el acto sexual es esencialmente una agresión del hombre a la mujer.
Mucha gente cree que estas cosas son delirios de Freud y sus adláteres, pero es porque no se toman la molestia de escuchar a los niños.
Otra "teoría" nunca demasiado explicitada es la regla de la proporción: proporción entre el tamaño de los órganos y la intensidad del deseo o del goce (en el imaginario estos elementos se confunden y se les supone una proporción inexistente). La consecuencia más notable de esto es la permanente y notoria preocupación masculina por el tamaño del pito, la creencia de que las mujeres gozan más con otro pito más grande, de que siempre quieren otro con un pito más grande, de que es preferible una mujer tímida, que tenga miedo de cojer, miedo de los otros pitos, o una mujer virgen, que no tenga experiencias con que comparar el pito de su marido.
Los hombres pasan muchísimo tiempo pensando en pitos.
Es mucho lo que se informa, pero sigue habiendo circuitos que son impermeables a la educación sexual. Circuitos sociales tanto como neuronales.
Todavía hay tipos jóvenes que ven una foto de Kim Kardassian y dicen "con una mina así necesitás una poronga enorme". Esto los tipos nos lo repetimos unos a otros sin que nos haga ruido y hacemos "caja de resonancia": ese es el circuito social. Y nos resulta natural porque responde a la cadena de proporciones: mujer culona y tetona=calentona=>necesita un pito muy grande=muy satisfactorio. Ojo que también puede haber simplemente un razonamiento anatómico de que para que la mujer goce, la penetración tiene que llegar hasta el fondo del agujero. Ese tipo de racionalizaciones son moneda corriente.
¿Será por eso que la mayoría de los jóvenes actuales rechazar tener sexo con mujeres gordas? Podría tener sentido si la moda de las flacas no fuera un tema muy local y reciente.
Digo que es una moda porque al margen de los factores que determinan en que el deseo sexual se oriente a partir de algunos rasgos individuales y aparentemente aleatorios, en los varones hay una grantendencia a consensuar los ideales eróticos. No se trata de algo superficial por el estilo de buscar el tipo de mujer que buscan los demás para causar envidia y admiración de sus pares. Más bien se trata de que cuando un hombre se calienta con x mujer y lo dice, provoca que los otros hombres sientan ganas también, no pueden evitar imaginársela y creer que es todo lo que andaban buscando.
Cuando hablamos así de un género, es muy fuerte empezar a creer que estos fenómenos son consustanciales a la clase, y que debe haber algo en los hombres que explique lo observado.
Más parece que esta forma de organizar la sexualidad debe ser consecuencia de la forma de agruparse. Ahí intervienen muchas cosas, desde facilitaciones madurativas diferentes, diferentes lugares asignados por el contexto, diferencias observadas por los niños en el contexto, las propias teorías sexuales infantiles. De alguna manera todo se conjuga para que los que nacen con pito se conviertan casi siempre en varones, que miran lo mismo y suponen que todas las mujeres quieren lo mismo.
Qué útil.




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