Humty-Dumpty

Hace unos días tuve un intercambio instructivo con un usuario de la red "Bluesky". Este fué su posteo original:

Aproximadamente dice que no le gusta el término "espectro" en salud mental porque implica que un extremo es un trastorno y el otro es la normalidad. Que cada uno de nosotros es una constelación (sin relación con la práctica supersticiosa de "constelar", creo) y la falla en reconocer eso es menospreciar todo lo que no podemos ver.

Me llamó la atención que lo tomara en ese sentido, así que le pregunté:

 


"¿De veras suena así? Cambiémoslo. 
Yo (un terapeuta) entiendo un espectro como un rango de fenómenos que de alguna forma se hace visible.
Siempre asumo que hay mucho que no vemos, y que debemos preguntarnos cómo algunas cosas se vuelven problemas y otras no."


"Oh sí, seguro -me contestó- creo que muchos profesionales y gente comprometida están al tanto de la diferencia. Pero también creo que mucha gente no.

Pregunté hace algunos años y casi todos los normies decían que era como un arcoiris de colores.

Fucking Autism Speaks, man."

(Autism Speaks es una ONG estadounidense con mucha difusión, que promueve una visión del autismo muy polémica dentro de la comunidad. Agradezco el señalamiento a @paulaserrano.bsky.social‬)



Le contesté que estaba fuertemente de acuerdo, desde que nuestro marco teórico sostiene que el sentido de los mensajes se produce en el lado del receptor. Aún así, actuamos como si fuéramos los amos de lo que escribimos. Y recordé la pretensión del personaje de Lewis Carroll, el Humpty-Dumpty de "Alicia a través del Espejo": 

´"-Cuando yo uso una palabra -dijo Humpty Dumpty, en tono algo despectivo-, esa palabra significa exactamente lo que yo decidí que signifique... Ni más ni menos.
-El asunto es -dijo Alicia-, si usted puede hacer que las palabras signifiquen cosas distintas.
-El asunto es -replicó Humpty Dumpty- quién es el maestro aquí. eso es todo."
(Obras de Lewis Sarroll, Tomo I p. 231. Trad, Mario Stilman, Ed. Corregidor, 1973)

Cuando elaboramos nuestras nosologías, nuestros manuales de diagnóstico, creemos que hablamos con otros colegas, pero lo cierto es que lo escribimos, y la escritura es como un cañón que dispara las palabras a una distancia desconocida. No sabemos donde van a caer nuestras palabras perdidas. Y tarde o temprano salen del ámbito "seguro" de los colegas, y toman sentidos que no dominamos.
La responsabilidad nos exige, no la pretensión de diseñar terminologías asépticas, neutrales, o incluso abstractas, sino estar atentos al eco, al efecto clínico que tienen nuestros discursos sobre las personas que tratamos de ayudar.

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