Autogestión: menos es más
Al la gente le encantan los servicios autogestivos. Claro que todos saben que son una estafa, porque no son más baratos y uno hace cada vez una porción mayor del trabajo.
La parte difícil, además, que es la de encajar la experiencia analógica en el molde digital.
Ahí sí que se nota eso de que al deseo no le queda otra que pasar por los desfiladeros del discurso.
En serio: en la era digital es más que necesario repasar ese grafiquito que hacía Lacan y llamaba "grafo del deseo".
Sobre todo porque lo que el tipo discutía era la idea unidimensional de la "comunicación" que ya en los '60 se describía como una transmisión de información. Culpa de la guerra: las cosas que hacen los militares sirven de fetiche para imaginarse todo, más porque son héroes y todos queremos ser como héroes, que por la relación estructural de la racionalidad que gestiona la distribución de la muerte con las relaciones de producción que ordenan occidente.
Los esencial y lo que tiene sentido de todo lo que dice Lacan es que el código lo pone el otro. No es algo demasiado vanguardista ni traído de los pelos, pero hay que recordarlo. La consecuencia de que el código sea ajeno es que hay un sobrante que no se codifica, no se simboliza. Y ese sobrante o resto es lo que mantiene en movimiento al ser humano.
A pesar de ser algo tan simple y fácil de comprender, estamos empeñados en olvidarlo.
Y viendo cómo no sólo toleramos, sino que demandamos, difundimos y degustamos usar maquinitas que nos convierten en servidores, hay que reconocer que tenemos una capacidad impresionante para extraer placer de los que sea.
Los servicios autogestivos le dan a los usuarios un premio narcisista en pago por su sacrificio, convertirse en número no era al fin condenarse a ser un zombie en una fila catatónica: se pueden ver muchas luces de colores.
Ahora queremos modernizar todo, y queremos que todo se haga con informática.
Hay un punto de verdad en esto: si lo que tengo que hacer es llevar los once números de un CUIL/CUIT de la casa de un paciente a un centro de cómputos, es mucho más económico que vaya convertido en bytes que en forma de un rectángulo de cartón, que para llegar a destino requiere que toda una persona se moleste en cargarlo. Un despropósito.
Pero si además hace falta constatar que esa persona sea esa y no otra, ahí ya se pone complicado y empieza la tarea de codificar una identidad, una individualidad en una entelequia de datos.
Se siente súper moderno y exclusivo.
Y lo es. En algún punto el sistema deja de facilitar y empieza a excluir.
Muchas veces tenemos que dedicar tiempo de la asistencia a hacer de puente para que algunos pacientes se puedar inscribir en las bases de datos.
Los optimistas sugieren que es un inconveniente técnico a superar, que va a llegar un punto en que cualquier cliente va a poder ingresar sus datos de salud a los dispositivos para que toda esa información resulte en un gran sistema armonioso.
Que es implemente una cuestión de potencia tecnológica.
Hay problemas que son cuestión de potencia.
Yo me pregunto cómo va a ser la autogestión de los que piden ayuda porque no se pueden autogestionar...
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