Yira Yiraa

Winnicot decía que cada paciente necesita un tipo de tratamiento diferente. Hablando de instituciones y de los problemas que presentaban los pacientes, mencionaba que la mayoría se resolvían mediante el "manejo", sin aclarar mucho a qué se refería. Entendemos que la estrategia era ir manejando los momentos oportunos para cambiar a un paciente de institución, tanto como encontrar la institución adecuada para cada uno. Eso recuerda a los chicos que van circulando de escuela en escuela, siempre agotando las instancias en cada establecimiento. O algunos empleados públicos que van rotando de oficina en ofincina sin que se puedan terminar de integrar en ningún equipo.
Con algunos casos que tratamos en la red pasa lo mismo, y al igual que en los otros ejemplos, se corre el riesgo de avalar una repetición expulsiva.
La teoría (de Winnicot) dice que cuando el sujeto en desarrollo experimenta una ausencia del otro demasiado extensa, lo da por inexistente, ni muerto ni desaparecido: inexistente. Eso pasa porque el principio de constancia, esa certeza de que las cosas existen más allá de que las perdamos de vista, es un concepto adquirido, que se construye a través de sucesivos alejamientos y reencuentros.
Cuando ese desarrollo se interrumpe, el sentimiento de identidad, que está ligado al principio de constancia, se perjudica. El sujeto vuelve a construir el vínculo con el otro, pero no lo reconoce como el mismo que antes ¿vieron cuando a un nene le lavan el osito mugroso, y después no lo quiere, se angustia, llora y reclama el muñeco de antes? Ese oso es tanto un sustituto de la compañia materna como un reflejo de sí mismo: le transmite todo lo que él experimenta pasivamente, y cuando se pierde la continuidad, una porción de su experiencia queda disociada, aislada de otras memorias.
No se alarmen: esto pasa todo el tiempo y como todo en la salud "es cuestión de grado".
Pero cuando la disociación es muy grande, afecta la capacidad de las personas para vincularse, entre otras cosas. 
Es lógico ¿qué lazos se pueden tener con otros que en cualquier momento te dejan tirado?
El comportamiento típico suele recorrer un ciclo que empieza con una sobrevaloración, una idealización del otro y del vínculo, con la consabida vivencia de "conocerse de toda la vida". Además el otro es la excepción, un ser aparte.
Valga la aclaración de que lo mismo pasa en relación con una pareja, con una institución o con un profesional: todos siguen el mismo recorrido.
A continuación de la sobrevaloración, que se confunde con un vículo destinado a la dependencia, vienen las demandas crecientes (ahí ya se diferencian de los vínculos dependientes, que no piden nada, ceden en todo con tal de conservar el vínculo). A demanda creciente y capacidad de respuesta constante, es inevitable la frustración, a la que el sujeto responde con agresión, y finalmente con un cambio completo de signo en los sentimientos hacia el otro: pasa de la idealización a la degradación más extrema. 
La mayor parte de las veces, estas personas logran, sin proponérselo, ser expulsadas de los vínculos, con que encuentran más alimento a sus prejuicios acerca de los demás, las instituciones, etc.
¿Cuál es la forma de intervenir, qué tienen que hacer el terapeuta o la institución? Winnicot dice: aguantar, no romperse. Sólo cuando se supera el proceso de desidealización y todavía están ahí, el sujeto empieza a construir un vínculo con el otro real.
El tipo dice que la misión es resistir, pero eso no hay que entenderlo como una cuestion de fuerza, resiliencia, obstinación ni mucho menos de masoquismo.
Nomás para probar que los rasgos que pueden calificar para pasar la prueba son muy aleatorios, cito un ejemplo bastante frecuente: pacientes mujeres que rebotan con las psicólogas, y después andan bárbaro con los psicólogos varones.
No piensen mal: al fin y al cabo los psicólogos somos los hijos fallados del patriarcado, salvo excepción no servimos como soporte a fantasías fálicas. Además las pacientes que hacen esta deriva no son histéricas.
Mi impresión es que los varones, aun fallados, somos bastante pollerudos, y mucho más manipulables que las psicólogas, que son rápidas para señalar y hacer puntuaciones ante las salidas de encuadre. Justamente el tipo de insistencia-resistencia que acelera la salida de la paciente.
A veces, alguien más lento, es más duradero...

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