Un gurú del desamor
El paciente de hoy me atiende animado, casi eufórico "Te acordás lo que me dijiste la semana pasada?" (nunca me acuerdo, pero lo que importa es lo que mi paciente recuerde ¿nocierto Lacan?).
"Sos un gurú, fué todo como dijiste, sos un genio, no lo puedo creer"
Lo que pasó no guardaba mucha relación con el ánimo del pobre flaco, que se centraba exclusivamente el festejar mi acierto. Si acaso por eso sólo le mejoré un poco el mal trago.
Acertar en las cosas humanas a veces es muy fácil, así como a veces es imposible.
Depende del marco de referencia y de la información de que uno disponga.
Por ejemplo, si me preguntan "x va a poder conducir un automóvil" y los datos de que dispongo son "unos cuestionarios y dibujos de x": bueno, papito, no me pidas que cabecee. Son conductas que no tienen mucha relación funcional.
Para que vean que no es cuestion de cantidad de información, sino del valor de la misma, pongo otro caso:
Le pedimos a y que repita tres palabras, falla. Listo: no le podés dar una licencia por lo menos ahsta tener un estudio más completo de funciones cognitivas.
La diferencia es que en el primer ejemplo hablamos de conductas complejas, donde se interactúa con otros, con las reglas sociales y con la física del auto. Eso puesto en relación con una serie de respuestas simbólicas también complejas donde el sujeto es consciente de estar sometido a una evaluación.
En cambio, el segundo caso, la prueba es muy sencilla: se evalúa la memoria de corto plazo. Sin memoria de corto plazo, ves un auto, y cuando mirás para el otro lado, es como si ese auto ya no existiera.
No estamos hablando de la "constancia del objeto", se trata del soporte orgánico necesario para que esa constancia sea al menos posible.
Por suerte las relaciones afectivas son mucho más simples de lo que imaginamos. Si parecen complejas es por todo el chamuyo que se les pone encima.
Además, es mucho más fácil enterarse de lo que uno necesita saber: simplemente hay que asumir que las personas no saben lo que hacen, y que como bien decía Freud, en lo que hace a la sexualidad son tan deshonestas como en lo que hace al dinero.
Repasemos el ABC:
Primero.
Los seres humanos no renunciamos nunca a las cosas que nos dan satisfacción. Cuando parece que renunciamos, las estamos posponiedo, compensando, suplantando, relegando a la fantasía o narcotizando, pero nunca se resigna una vía de satisfacción.
Segundo.
Las experiencias de satisfacción crean esas vías que canalizan los impulsos. Los impulsos carecen en principio de dirección, sólo son una exigencia de respuesta que el resto del organismo impone al Sistema Nervioso Central. En nuestro caso, entre los homo sapiens, les falta determinación fija, los esquemas de respuesta innatos son precarios y se van perdiendo en los primeros meses, al parecer esto se debe a que nacemos prematuros.
Aunque es cierto que existe algo así como una "determinación simbólica", o sea, articulaciones de símbolos, representaciones, y especialmente palabras que orientan el camino que toman los impulsos, esto no tiene nada que ver con creer que las ideas, o los argumentos tienen influencia sobre los impulsos.
Como siempre digo, es como si las ideas y los razonamientos fueran los datos que circulan por el microprocesador de una computadora, y los impulsos la corriente alterna de 220V: si se contraponen, el impulso se lleva puesto al razonamiento.
Tercero.
Cuando alguien dice que hizo tal cosa por tal motivo, lo que sucede casi siempre es que ese motivo es imaginario. Son racionalizaciones que se hacen a posteriori de que se tomaron las decisiones. Incluso cuando el motivo parece romántico se trata de una racionalización. La clave de una racionalizacion es que siempre son motivos que pueden ser empatizables, compartidos en algún círculo, consensuados en alguna comunidad de discurso.
Como se ve, no se necesita mucho. Después todo se ordena.
Por dar un ejemplo clásico, los ciclos de peleas-reconciliaciones de las parejas que a veces continúan mucho después de la separación.
Mucha gente se confunde con esto porque piensa que el amor y el odio son opuestos a tener en cuenta.
Lo que podrían ser opuestos son la atracción y la repulsión, aunque sólo son opuestos en sus efectos, pero no en sú raíz.
El amor y el odio son ambos formas de atracción: lo que los hace parecer opuestos es que cada uno tiene una meta diferente. En el amor se busca el placer en el ojbeto, en el odio se busca el dolor en el objeto. Y ambos impulsan a la gente a buscarse.
Con muy raras excepciones, cuando una pareja se separa, uno de los dos queda esperando recuperar la relación. Y puede de cambie del amor al odio y se confunda creyendo que por eso no quiere saber más nada del otro. Pero lo único que cambió fueron sus expectativas sobre el éxito que puede esperar.
La zorra y las uvas.
Son cosas muy obvias, pero quien atraviesa una separación necesita que otro se lo diga.
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