Ghandi el gran hombre terco

Había una vez un tipo que sentía que tenía que empujar todo el tiempo para que pase algo (es una ilusión retroactiva: lo cierto es que no podía dejar de empujar), entonces inventó la relación causa-efecto: se dijo que nada pasaba en el mundo sin que alguien o algo lo estuviera moviendo. Cuando vió que no siempre era así, inventó las causas invisibles.
Cuando lo corrieron de todos lados se dedicó a la psicología y le dijo a la gente: para que algo cambie, tienen que hacer algo.
De ahí en adelante la gente de preguntó al psicólogo "¿Qué tengo que hacer para no pensar en esto? ¿Qué tengo que hacer para encontrar pareja?¿Qué tengo que hacer para tener ganas?"
El hecho es que ya nadie sale conforme si no le dan órdenes.
Las órdenes son a la psicoterapia lo que las pastillas a la medicina orgánica.
Se esperan como algo tan obvio que nadie se acuerda que hace no tanto ni siquiera existían.
Las pastillas, las órdenes siempre estuvieron de moda.
Deberían aprender de Ghandi, que hizo de todo dejando de hacer de todo.
¡Hasta de comer dejaba!
El problema de mucha gente es que confunden actividad con movimiento, actividad con voluntad, movimiento con progreso, voluntad con potencia y agresión con fuerza.
A muchos les parece que Ghandi era pacifista. Yo creo que era empecinado.
La clave de algunas confusiones es poder diferenciar lo que es la escena y lo que es la producción, el actor y el personaje, la cadena y el producto terminado.
Y eso que son instancias que tenemos delante en el día a día, son categorías que sin nombrar usamos de forma correcta.
Hay anteojeras muy gruesas que llevamos puestas. 
Para estas anteojeras, no es posible simplemente "dejar" de hacer algo. Más confusión. Lo que es difícil es dejar de "sentir algo", lo que no se cuestionan es que tal vez sólo tengan falta de control de impulsos.
Bueno, eso tiene su solución.
También pasa con los pensamientos. Una persona no puede simplemente dejar de pensar tal o cual cosa.
Cuando pasa eso, al final resulta que tal o cual cosa no tenía tanta importancia: no, ni siquiera los celos, que son excusas para tener malos fantasías perversas.
Para resolver el problema de estas personas, hay que ir a buscar el tipo ese que empujaba y ponerlo a que trate de empujar a Ghandi.
Cuando vea que empujar no cambia nada, recién ahí se va a preguntar si la relación entre causas y efectos no será al revés de lo que se imagina.
La voluntad no está detrás de los hechos, sino delante. Es un efecto de los que hicimos hace menos tiempo del que tardamos en darnos cuenta de lo que hacemos.
Si uno quiere estar en lugar de causa, sólo puede causar en los demás y dejarse causar por ellos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tiempos virulentos

Los que triunfan al fracasar

Los garcas