Signos de alarma

Me acuerdo de un médico que para explicar su odio al psicoanálisis daba el ejemplo de una "psicóloga" que decía de un paciente con cáncer en el cerebro "que convulsivaba por los conflictos con la familia".
No quiero ser prolijo, así que vamos a dejar de lado la sospecha de que el señalamiento de la colega no es para nada incompatible con la patología orgánica: el tipo se raya con la familia, pero como tiene un tumor, en vez de enojarse, se le llena el mesencéfalo de disparos sinápticos que se retroalimentan y tiene una convulsión. No hace falta ser brutos con la gente de otras disciplinas, sólo hace falta no poner mala voluntad.
Ahora sí que es cierto que en la psicología cunde una fuerte postura "antiorganicista". Me pasa muy seguido que haya interconsultas que se demoran o nunca llegan a pedirse porque el terapeuta se resiste a recomendar una visita al médico o psiquiatra.
¡Esa maldita costumbre de apropiarse de los pacientes!
¡Y esa otra maldita costumbre de no querer enterarse de lo que pasa en la vida de los pacientes que no tenga que ver con nuestra especialidad!
A los psicólogos les hablo, y en particular a los psicoanalistas, que deberían ser más avispados:
Freud, que era bien pillo escribió más de una vez que si se deja un tema afuera de la terapia, todos los recuerdos importantes se van a ir a esconder en ese tema, todas las asociaciones de ideas claves se van a servir del material que dejes por fuera de las sesiones.
Cada punto ciego que uno crea se convierte en un aguantadero para lo reprimido.
Leyeron la crítica de Lacan al caso de los "sesos frescos" y en lugar de hacerse preguntas sobre la contratransferencia se quedaron con la idea de que no hay que averiguar qué pasa en la vida real del paciente.
Ahora no puedo culpar al pobre médico exasperado con los psicoanalistas, aunque estoy seguro de que ese no era su verdadero motivo.
Vamos a lo que importa: escuchar.
Qué hay que escuchar: lo que dicen los pacientes y familiares, más allá de los datos que nos importan.
Esto les podemos, y debemos enseñar a los dispositivos de salud, que son máquinas de fabricar casos donde hay personas con problemas reales.
El caso:
Un señor grande con un cuadro de depresión no muy grave, como se dice, una distimia. Empieza a mostrar signos de deterioro cognitivo: demencia, alzheimer, como lo llamen. 
La pregunta típica que nos hacemos ahí es si las funciones cognitivas (atención, memoria, etc.) están disminuídas por la depresión, algo esperable, o si hay un proceso aparte, orgánico.
Mientras la cobertura decide si autoriza una batería de tests, este señor se empieza a descontrolar: se pone agresivo de la nada, insulta, manotea, y finalmente en una discusión agarra un cuchillo y se lo clava en el pecho, provocándose un neumotórax y queda internado en un sanatorio.
Del sanatorio pasa a un psiquiátrico una vez estabilizado, y del psiquiátrico a la casa, con suficiente medicación para suprimir los síntomas.
Y a todo esto, nos preguntamos ¿Cómo es que a este tipo no le hicieron una RMN?
Desde mi punto de vista: empieza con deterioro cognitivo, de repente con fallas groseras de control de impulsos, indago antecedentes y no, nunca tuvo actitudes agresivas ni autolesiones. No tiene historia de abuso de substancias.
¡Es clavado que le está pasando algo en el cerebro!
Si no tiene una infección, tiene un tumor.
O no, por ahí se psicotizó porque le llegó el momento y esa depresión no era depresión sino retraimiento esquizoide.
¿Cómo saber?
¡Haciendo una Resonancia, carajomierda!
Y tengo que mencionar que esto se habló con el médico del Sanatorio, con el médico del Psiquiátrico, a todos les expliqué: "el paciente no tienen antecedentes de auto o heteroagresividad, se empezó a deteriorar de repente, hay que descartar organicidad".
Nada ¿Qué vieron? "Paciente depresivo, lesión autoinfligida" Caso cerrado.
Total ¿qué puede saber el psicólogo?

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