Discutir con psicópatas

Durante el macrismo se puso de moda hablar de los "psicópatas" desde una teoría "criminalística" que pasó de considerarlos una forma de comportamiento, a afirmar que son algo así como una raza aparte. 
Siempre que se empieza buscando bases biológicas para una conducta, se termina llenando una fichita del Ku-Klux-Klan.
Para no andar con vueltas, la experiencia me llevó a convencerme de que existen conductas psicopáticas que son aprendizajes sociales. Son formas de relacionarse con los demás, que tanto pueden tener un rol central y exclusivo para tal o cual individuo, como pueden ser simplemente parte de un repertorio con mayor o menor "facilitación".
Cuando digo esto, quiero hacer hincapié en que hay una gradación continua en cuanto a la probabilidad de que una respuesta se elija antes que otras. Esa probabilidad depende tanto de los modelos de rol históricos en la vida de ese individuo, como de la afinidad de su temperamento con esa respuesta, de la habilitación social que le dé el contexto y aún de la frecuencia misma con que se actualice. Por supuesto, también es muy importante el grado de eficacia que haya tenido en lograr su objetivo.
Esto respecto de las psicopatías, que también hay conductas problemáticas o sintomáticas que no parecen muy "exitosas" a simple vista y sin embargo se repiten hasta el hartazgo y más allá.
Para entender que es una forma de relacionarse con otros hay que pensar en el sexo. Hay muchas formas de tener sexo, hay muchos roles y escenas que se pueden poner en juego, hay mucha variedad en cuanto al objeto deseado o deseante. La mayoría tiene sus preferencias y sus limitaciones, pero también sus alternativas. Sólo los perversos tienen una fijación con un tema, un objeto, un accesorio, fuera del que no encuentran goce (eso hace que siempre desconfío de las personas que afirman que el sexo básico es aburrido, o que gozan más con x que con el sexo). Los que llamamos psicópatas son seres que se han limitado a esta forma de vínculo, sea por preferencia, incapacidad o simple pereza.
Hay que esforzarse por retener que lo esencial de la psicopatía es la manipulación del otro, el otro es un medio para un fin. Ahí ya tienen una diferencia esencial con el sadismo: para las formas sádicas de satisfacción, el otro, el semejante es el objetivo. Hay que desaprender toda la propaganda mediática que vende la versión del psicópata violento, impulsivo, con poco control de impulsos, básico, y en el fondo pobre.
Lo esencial es la manipulación, y sólo los sujetos más limitados hacen del miedo su forma preferida de manipular.
El miedo no alcanza: por sí solo, el miedo no puede ocasionar otra cosa que un impulso de evitación. La gente cree que el miedo construye poder, pero se confunden porque el poder produce miedo, y lo dosifica. Hace falta una organización previa para que el miedo sirva. Además, el miedo no engaña.
El recurso por excelencia de la manipulación es la información, donde hay información puede haber engaño. Así de los psicópatas que más hay que cuidarse son todos buena gente, tienen valores ejemplares y manejan muy bien la retórica. Básicamente carecen de ese apego a la verdad que para muchos es algo tan acostumbrado que nos parece natural. Y no.

Al lado de los psicóticos, los psicópatas son de los que hay que incluir en la "Paradoja de la tolerancia" de Popper: parecen argumentar, parecen discutir, pero nunca se sabe qué están haciendo. Pueden querer ganar tiempo, pueden querer distraerte, pueden simplemente inocular una distorsión de la realidad.
Además, la discusión ni siquiera es tan determinante. Esa creencia es hija de la idea que tienen los estudiosos acerca de la discusión. Porque en el mundo del conocimiento, existe cierta equidad de fuerzas en cuanto al acceso a la información pertinente, así como un consenso muy fuerte respecto a mantener cierto espacio común. Una combinación de compromisos decididamente excepcional.
Es muy común ir por la vida creyendo que nuestra excepcionalidad es ordinaria.

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