Me dijo el psicólogo

"-Y ¿cómo anduvo Celia este mes?¿pudo hacer alguna de las tareas que hablamos?
-Y, algo hizo, pero cuesta mucho. Yo le estoy atrás todos los días insistiendo para que lo haga, como usted me dijo...
-Pero le dije exactamente lo contrario.
-Sí, sí: me dijo que la controle para que haga sus tareas.
-Le dije que al final del día le diga qué hizo y qué le faltó, especialmente le dije que no tenía que estarle atrás.
-Claro, por eso: que le haga hacer las cosas."
Esto es un caso extremo, y bastante patológico, de las metamorfosis que pueden llegar a experimentar las intervenciones de los terapeutas en la cabeza de pacientes y familia.
Otro caso precioso que recuerdo es el de uno que le dijo a la familia "El psiquiatra me dijo que si tengo abstinencia de cocaína me fume un porrito". Acá no había interpretación alguna, puro verso de psicópata que no tiene escrúpulos en poner en peligro la matrícula del profesional que trata de cuidarlo.

Fuera de estas anécdotas extremas, cualquiera que viva de escuchar, interpretar y/o aconsejar tiene muchas oportunidades de maravillarse con las resonancias de sus dichos. Frases que uno suelta distraído, en el momento de somnolencia instrumental, se las acuerdan años después como revelaciones trascendentales.
Acá viene Freud a decir que seguramente las intervenciones más certeras se dan cuando la consciencia baja la guardia y el proceso primario asume el control. 
Y acá viene Lacan a recordar que todo es un gran malentendido: no hay acierto, no hay relación de representación alguna entre el discurso del terapeuta y el del paciente.
Es como la representación política: la verdad es que el pueblo no delivera ni gobierna.

A pesar de estas evidencias palmarias, uno se encuentra todos los días con colegas que sin dudar lo más mínimo, se agarran de los dichos de sus pacientes para juzgar a otros profesionales, terapeutas anteriores, psiquiatras, médicos, etc.
No leyeron nada de lo que es la transferencia?
Por eso una regla básica de la interdisciplina es que no se juzga a otro profesional.
No se juzga a otro profesional.
Si hay dudas o desacuerdo, se llama al colega y se conversa. 
Para conversar con un colega, lo primero es preguntar.
Lo primero es preguntar.
Partir de que uno no estuvo en el consultorio, no vio, no escuchó, entonces: pregunta.
Después sí, vale tirarse con de todo.

Lo que decimos de nuestros psicólogos es tan dudoso como lo que decimos de nuestras ex parejas.

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