El tiempo de todos

¿Cuánto dura la sesión?
¿Cuanto tiempo tengo que tomar esto?
¿Cuando voy a salir?
¿Cuándo me van a atender?
Cada cuál tiene algo urgente que requiere atención, algo importante que exigir. Y así como la peste desnuda las almas, el tiempo es el alma de los dispositivos modernos de salud.
Empecemos por lo más sencillo:
El inconsciente es intemporal, por eso las sesiones se pautan en horarios fijos, pero los tratamientos no tienen fecha de terminación.
Ahí tienen uno de los motivos del romance de la sociedad actual con las terapias breves, focalizadas, cognitivo-conductuales: que se pueden terminar. Prometen limitarse a resolver UN problema, el motivo de consulta, y listo. Que pase el que sigue.
Seamos honestos, la disposición del tiempo de todas las terapias resulta de las necesidades del profesional.
¿Por qué se atiende en horario fijo? Porque la sala de espera y la recepcionista son un lujo inalcanzable. Porque si uno es Lacan, tiene un caserón con varios consultorios y los va visitando en un orden mucho más de acuerdo con el proceso primario. También si uno trabaja con pacientes internados que no hacen otra cosa que estar por ahí. 
En los establecimientos modernos esto ya no se puede hacer: hay talleres, actividades, horarios.
Los profesionales dedican una porción de tiempo a dialogar con sus pacientes, lo que requiere escuchar. Teniendo en cuenta que el oído no se puede cerrar, ni enfocar como el ojo, no se pueden escuchar varias cosas al mismo tiempo, así que la atención tiene que ser exclusiva. O por lo menos, eso nos hace creer el ceremonial de la cura. En la práctica privada, que además se limita casi exclusivamente a los pacientes ambulatorios, la cosa se termina ahí. 
Para mucha más gente, el acceso a dispositivos de salud mental pasa por la cobertura de Obras Sociales, Mutuales o Prepagas. Y ahí empieza el calvario de los papelitos (en pleno siglo XXI). 
Los prestadores que trabajan por coberturas tienen que probar que prestaron el servicio que cobran.
Los pacientes tienen que probar que necesitan el servicio que usan.
Esto se traduce en documentos, documentos que circulan del paciente hacia la cobertura, de la cobertura al paciente, del paciente al prestador, del prestador a la cobertura.
Cada documento exige tiempo de los pacientes y de los prestadores. Tiempo que nadie paga.
Ahora se entiende mucho más el interés de la gente en la duración de las cosas. 
El tiempo es un costo que se paga con la vida.


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