No es droga todo lo que consumes IV

Hace muchos años solía dar una clase de adicciones como colaboración en un curso de Acompañamiento Terapéutico. Con el entusiasmo de la juventud, me complacía en ordenar las funciones del acompañante en tres niveles correspondientes a las instancias de la topología freudiana: el yo, el ello y el superyó. Para cada uno de estos grupos de intervenciones planteaba una forma de desviación típica y un eje que debía tomarse como referencia para evitarla. Me gustaba meter la dupla "vigilar y castigar" en el nivel de las intervenciones superyoicas. 
La cosa es que en una de esas una de las alumnas se me acercó a hablar al final para preguntar mi opinión sobre la "adicción al sexo". Como soy un lento irredimible traté de contestarle seriamente mencionando mis dudas respecto del concepto. Trabajando con pacientes adictos a substancias se encuentran muchas conductas sexuales de riesgo, abusivas, impulsivas... La mayoría tienen que ver con las mismas condiciones que llevaron al paciente a tener problemas con las drogas. Simplificando mucho, diría que la mayoría de los problemas se relacionan, en el eje de la personalidad, con actitudes transgresivas, o con dificultades con el control de impulsos. Pero mi razonamiento es que si el sexo pudiera ser adictivo, la droga no sería el negocio que es.
Tiempo más tarde, una estudiante de periodismo me contactó para hacerme preguntas sobre la adicción a los juegos en línea. En ese momento era un concepto tentativo, y hoy todavía creo que le falta consistencia, aunque está reconocido, tal vez gracias a que se parece mucho a la ludopatía, y talvez a que también hizo posible un negocio creciente. Como mi única experiencia entonces era un chico con un diagnóstico de psicosis, no tenía base como para saber si se trataba de una adicción. En las psicosis aparecen conductas compulsivas que no son adicciones: a veces son automatismos, a veces son acciones que tienen pleno sentido en un sistema delirante, a veces son imitaciones tirando a catatónicas. También puede haber adicción genuina en la psicosis, en el sentido de una forma de automedicación, no creo que en el caso de mi paciente de ese entonces se tratara de eso, pero la verdad es que hoy en día no lo sé.
De todo esto me acordaba cuando hablaba con un paciente justamente del tema de pasar demasiadas horas jugando en línea. En este contexto, el punto de comparación para decir que son demasiadas es simplemente que el paciente cuenta como se atrasa con cosas que en sí mismas le interesan, y también como termina jugando más horas de las que se había propuesto.
Esta vez el juego funcionó como distracción, y cuando no era el juego eran otras cosas. Cuando alguien quiere hacer algo, y es algo que podemos decir que lo mueve, porque venimos lo venimos tratando y tenemos un registro mínimamente confiable de lo que le pasa a nuestro paciente; cuando trata de hacer algo y se distrae, se va por las ramas, se acuerda de otra cosa, o empieza a dudar de la nada, lo que decimos es que tiene una relación neurótica (o conflictiva, o disfuncional, o saraseal, según el concepto de moda y que les guste) con su deseo. Esto pasa cuando ese deseo tiene ramificaciones o raíces que tienen como consecuencia o premisa alguna pérdida. La ansiedad, lo que parece ansiedad, en realidad es miedo a perder algo. El problema es que no se sabe qué.
Pero así es la regla del juego: lo que llevás, lo tenés que perder.

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