La técnica del rompeolas

La psiquiatría entendió en algún momento que la producción delirante de las psicosis no era la manifestación directa de la enfermedad, sino un intento de curación. Antes de la fase delirante hay un período de enfermedad que no origina consultas, porque el paciente está demasiado absorto en lo que le pasa, y los que lo rodean no ven nada porque por regla general sólo es problema lo que molesta.
Las fases "prodrómicas" de las psicosis son tranquilas, a veces incluso sobreadaptadas. A pesar de estar atravesando un extrañamiento radical de la realidad compartida, el paciente anda por la vida sin hacer ruido. Lo que después aparece como delirio es su manera de tratar de volver a conectarse con el mundo, es un intento fallido, tal vez. En lugar de hacerle lugar en su mente a la realidad, sale a ocupar la realidad con sus propias ideas, por así decir.
Pero no por fallida deja de ser una fase más saludable: compárese con lo que pasa en la catatonía. Es una retracción, un desprendimiento tan extremo de la realidad, del mundo, que si no se revierte el paciente se muere. La producción delirante en una salida como cualquier otra.
¿Puede ser que haya otros "síntomas" que en realidad sean recursos curativos? Y si es así ¿sirven esos recursos en otro contexto?
Me pregunto esto pensando en que el hecho de que tal recurso o herramienta fracase ante un problema grave, no quiere decir de ninguna manera que también vaya a fracasar ante un problema menor.
Hay un fenómeno que la psiquiatría considera el síntoma "patognomónico" (el síntoma que por sí solo permite diagnosticar el cuadro) de la esquizofrenia: la interceptación. Incluso desde el psicoanálisis estructuralista se plantea como una consecuencia de la exclusión del elemento de la cadena que señala la falta de cierre en el sentido: mecanismo llamado "forclusión". 
Pero también se observó desde hace mucho que las psicosis podían tener un desarrollo progresivo, insidioso. Y si recordamos que en una escala de tiempo más pequeña, tanto la deriva de ideas como la confrontación con los datos de la percepción sólo consiguen profundizar el delirio ¿no hay razones para creer que la interceptación, ese corte brusco en en curso del pensamiento, debería tratar de detener ese desarrollo patológico?
Pongamos que no sirve, que no logra su objetivo. Lo que dije más arriba: el problema excede al recurso. Pero otros problemas no tan graves podrían atenderse.
Está la gente que engrana. Cuando alguien está enojado, si se pone a hablar se le pasa, o por lo menos se alivia en alguna medida. La impresión de "descargar" los sentimientos, viene de percibir esa baja progresiva en la intensidad de las emociones a medida que se ponen en palabras. Yo tiendo a creer que en parte se debe a que la gente se escucha y se va dando cuenta de lo absurdo de empecinarse en querer que la realidad cambie de acuerdo a los sentimientos. Pero eso es una hipótesis como cualquier otra, no viene al caso.
La gente que engrana se hace un feed-back positivo, habla y hace como un acople de malestar. Su propio discurso lo retoma de manera literal (otra hipótesis innecesaria relaciona este fenómeno con esa limitación para la polisemia y la metáfora que caracteriza a algunas personas), con el resultado de que a medida que van exponiendo toman posiciones más irreductibles. Después de un rato están furiosos, no hacen catarsis, están en peligro de salir disparados y mandarse una macana.
Cuando identifico alguien así, me tomé la costumbre de mecharle la conversación con preguntas y repreguntas acerca de datos puntuales. Hago como Columbo: pongo cara de bobo y me hago el que no escuché bien algo, o que me quedé tildado con una fecha. Casi siempre esto hace que el tono emocional se mantenga parejo.
Por supuesto, no funciona con verdaderos paranoicos.

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