La mamá de quién?
-A que no sabés quién llamó.
-No sé
-¿Te acordás de ese paciente que se fué?
-¿Cuál?
-El pibe que tenía quilombos en la casa.
-Ahh...
-Sabés de quién te hablo ¿no? el que odiaba su trabajo.
-Ehm...
Esto pasa, a veces como broma interna, pero muchas, demasiadas veces, pasa en serio. Muchas veces creemos que le estamos dando a los demás una información clara y suficiente. El problema es que esa información se refiere a nuestro contexto, que ingenuamente creemos compartir con nuestro interlocutor. También ocurre que etiquetamos las cosas y la gente con criterios que sólo funcionan para los elementos que tenemos presentes en la memoria de trabajo, que no superan la decena.
Un rasgo que es suficiente para distinguir a Juan del resto de los compañeros de la oficina, seguramente no sirve de nada para identificarlo entre los votantes de la misma mesa electoral.
Quizás esto me pasa más seguido desde que tengo un rol de coordinación. Interactúo con colegas que tienen cuatro, cinco temas en común conmigo, pero por mi lado tengo doscientos temas más. Da como para meterse con la tipología de las comunicaciones, tomando en cuenta la mayor o menor centralización de canales de comunicación. La comunicación "radial" no se define porque el intercambio sea unidireccional, sino que un individuo A tiene un intercambio x con un conjunto de individuos [B, C, D...], que a su vez, solo tienen ese intercambio x con A. Un buen ejemplo es una partida de "simultáneas" de ajedrez: se invita un maestro destacado para que juegue al mismo tiempo con un grupo, el maestro va de mesa en mesa. El caso es ideal porque todos comparten el mismo "universo de referencia", desde que en el tablero de ajedrez están todos los datos que se necesitan de una sola vez. Por eso las simultáneas son posibles.
En los juegos reales, las piezas están ocultas hasta que alguien las muestra o las encuentra.
A veces las comunicaciones con colegas se parecen más a una rosca política, por la manera en que tratan de que uno no se entere de nada. A veces siento que tendría que poner un cartel, o un ringtone que diga "Si no me dicen el nombre del paciente no podemos saber quién es. Si no sé la cobertura no puedo decir a dónde enviar los informes. Si no me dicen el domicilio no podemos enviar un médico de urgencia". Y así por el estilo.
Para algunas cosas, como el tráfico es mucho, se termina optando por la hermanastra más fea: poner formularios ¿Quiere consultar? Primero informe. Se ponen campos obligatorios, formatos obligatorios, opciones predeterminadas.
Como ex-anarquista, quiero creer que es mejor educarse y crear buenos hábitos, como identificarse al escribir por primera vez. No deberíamos descuidarnos, porque cada cosa que se vuelve automática, ya no se recupera.
Dar un resumen de un caso cuando lo retomás con alguien que no se dedica exclusivamente a ese caso ayuda mucho: por significativo que sea entre los que estás trabajando, en otras partes hay una fila entrar de otros casos significativos.
También es una sana costumbre anotar en algún lado con quién se habló, quién es el referente en cad lugar, y también hacer que se anote. Que cuando alguien llame de parte tuya pueda decir "tuve una entrevista con Gustavo de Tal" mínimo.
Sobre todo, una costumbre médica muy enraizada y que en mi opinión tiene que desaparecer, es encomendar a los pacientes llevar información de un lado a otro. Entiendo que hace años era lo más práctico darle un papel escrito y que lo lleven al otro especialista, pero cuando los informes son complicados (como pasa en salud mental) y las indicaciones son muy detalladas, o cuando la capacidad de retener y reproducir del paciente está sesgada (como pasa también en salud mental), confiar en el teléfono descompuesto es un peligro.
Nadie tiene tiempo de llamar especialmente a cada uno para explicar y desarrollar: qué mejor que tener fichas de los pacientes a mano para mandar, sea copiando y pegando, sea vía foto por whatsapp o mail.
Sobre todo porque así se puede saber si están hablando de Juan Pérez o de Pedro Juárez.
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