Lo bello, si breve, dos veces breve.

Hay una nota al pie de "Tres ensayos de teoría sexual", de Freud, que dice más o menos lo siguiente: en la antigüedad el deseo por un objeto enaltecía a ese mismo objeto, mientras que en los tiempos modernos se exige que el objeto sea digno de ser desado".
Por más que busqué en los clásicos no encontré una sola referencia firma que me permita verificar eso. Hoy creo que fué una especie de recuerdo encubridor, que más bien debe ser eco alguna afirmación de uno de esos filósofos que se llamaron cínicos, o de los epicúreos a lo sumo. No hace falta recalcar que justamente los filósofos, como bien lo sabía Nietzche, son de todos, los seres menos representativos de su época.
En la literatura del humanismo, en el renacimiento y en algo del barroco, conviven la exaltación del instinto, de los impulsos sexuales, con la retórica de los sentimientos nobles y de la pasión causada por la belleza. Después ni hablar: sólo se ocupan de relatar el amor por las personas lindas.
Más bien creo que es uno de esos casos de "mito de la edad de oro", donde se proyecta en un pasado imaginario nuestro propio ideal. También parece que el mismo Freud se dió cuenta en algún momento de que la afirmación no tenía fundamente, porque de otra manera, siendo alguien muy interesado en la historia y en los fenómenos sociales, seguro le hubiera dedicado algún otro trabajito.
La idea, en cambio, es muy útil como para organizar las actitudes de las personas respecto a lo que les calienta o les atrae.
Por un lado es totalmente cierto que la regla es que está mal que te caliente una persona fea, y como no hay parejas lindas para todos, algunos tienen que vivir con una posición conformista, o frustrada, o renegada.
Que exista un mundo donde el deseo sea la medida del mérito del objeto, o sea, que baste con el hecho de que algo me provoque para que se lo considere digno, podría ser una utopía analítica, tanto como una alternativa a estar sujetos a la regla de que sólo las personas lindas nos pueden atraer.
Que no todos puedan estar con alguien que les gusta no es un problema terapéutico, porque las psicoterapias no están destinadas a solucionar las desigualdades.
Las psicoterapias no están destinadas a solucionar las desigualdades, para eso hagan la revolución.
Lo que sí es un problema nuestro es que muchas personas no se permitan estar con quienes realmente les gustan. 
No hay un día en que no atienda un caso así. Es cierto que para cada uno los caminos posibles son diferentes. Antes decía que quienes adhieren al ideal de la condición bella, o son conformistas (en alguna medida) o viven frustrados, o reniegan. También están las Penélopes, que van a esperar para siempre para conservar un sentimiento íntimo de superioridad.
En la terapia estas cosas se alargan, por más que se analicen, no hay cosa más dificil que renunciar a un ideal que es al mismo tiempo una institución central, un pilar de la cultura. Tampoco tengo muy claro que se tenga derecho a llevar a alguien en esa dirección sin avisarle "Ojo, esto te alivia pero te convertís en un rarito".
¿Cuál es el mejor escenario? Cuando el paciente está trabajando otra cosa. Está centrado en la herencia familiar, en una crisis de vocación, resolviendo una intervención quierúrgica o poner a su vieja en un geriátrico. Y mientras tanto "como quién no quiere la cosa" empieza a verse con alguien, bah, se viene viendo, charla, y ya que están se encaman. Van a comer, charlan, se aconsejan en cosas importantes, se siguen encamando. Y al principio tiene algunas dudas porque obviamente hay oportunidad de encamarse con otra persona que le gusta más, es más joven, está mejor físicamente, tiene todo más rubio.
Pero al final termina saliendo unicamente con quien anda todo bien.
Tiemblo cuando esto lo traen con cuestionamientos, por dentro quiero decirles "no lo arruines ahora, seguí así que vas bien" pero tampoco quiero ser yo quien ponga el foco en algo que va solo.
Cuando aparecen las dudas, a veces me ha dado buen resultado hacer de abogado del diablo, y señalar claramente "pero si te guuuustaaa". En fin, soy un corruptor de la juventud.


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