Malabaristas en problemas

Dicen las malas lenguas que los psicólogos empezamos esta carrera porque necesitamos resolver nuestros problemas. Que muchos estudiantes vengan haciendo terapia de antes no hace mella en este razonamiento. Lo que sí es una objeción seria a este prejuicio es lo siguiente: la idea de estudiar para resolver problemas propios es un concepto típico de gente normal, que piensa en autoabastecerse de algo para evitar un gasto. Equivocadamente proyectan esta supuesta actitud en los psicólogos, que justamente no son gente normal.
Pero como no somos absolutamente anormales, a veces nos ponemos un poco autoreferenciales.
Los días 10 se entregan las liquidaciones a las Obras Sociales, así que el trabajo de coordinación se convierte en un infierno por más de un motivo. Las fechas límite no se llevan nada bien con el trabajo en red, donde cada paso depende de tareas delegadas en colaboradores independientes que responden en la medida en que se lo permiten sus otros asuntos (esto es un problema, pero también un desafío, porque de solucionarlo depende la viabilidad misma de cualquier crecimiento colaborativo que no se base en la alienación sectaria). El otro motivo es que las tareas de liquidación están por completo disociadas de la clínica, es todo cargar y ordenar datos, reunir documentación y enviar todo bien empaquetado.
Un embole. Pero un embole apresurado que hay que atravesar sin descuidar los demás requerimientos del trabajo clínico, porque los problemas de la gente hay que seguirlos atendiendo.
Y tener que atender un montón de cosas al mismo tiempo (sin contar con la gestión doméstica, que se superpone al home-office) te pone muy cerca de las experiencias que traen los pacientes.
Olvídense del amor, el desamor, la ansiedad y hasta del aburrimiento.
La mayor queja en los adultos jóvenes o viejos es... el trabajo.
El trabajo asalariado, sobre todo: trabajar para otro se llama. Qué sabia es a veces la lengua, porque ese otro siempre encuentra formas de hacerlos trabajar más. Con la flexibilización laboral se había puesto de moda aquello del "trabajar por objetivos", en las entrevistas de trabajo te preguntaban si tenías experiencia en "trabajar por objetivos". Lo que querían decir era que no tenías horario de salida, sino que te tenías que quedar hasta terminar lo que te asignaran. Una genialidad del management.
Ahora vienen con el multitasking que metieron los macristas como novedad, aunque es bastante viejo.
Se supone que se trata de la capacidad de prestar atención a varias cosas a la vez. Una capacidad en principio reivindicada desde hace mucho por el feminismo para subrayar la complejidad de las tareas domésticas nunca reconocidas como carga de trabajo.
En el ámbito de las organizaciones irrumpió con el neoliberalismo, que lo usó para convencer a sus empleados de que superponer tareas era una forma de progreso.
El que tenía una idea más precisa de lo que es realmente era Bill Gates, que popularizó un programa para mantener distintas actividades en simultáneo. Nada nuevo sin embargo a nivel cognitivo, al fin y al cabo todos escribíamos con el tuvo del teléfono entre la oreja y el hombro, un pucho en la boca y la pelotita antiestrés en la mano.
El famoso multitasking en realidad es una habilidad gerencial: no se trata tanto de hacer varias cosas al mismo tiempo como de mantener el control sobre procesos paralelos. Como un buen cocinero.
Por supuesto que esto es mucho más fácil si los procesos los realizan otros. Y es más fácil todavía si lo hacen en plazos previsibles.
Que haya personas más capaces de prestar atención a varias cosas que otras es una posibilidad. Un personaje de Cortázar se dedicaba a ejercitar esto de manera contemplativa, trataba de estar consciente de las cosas que lo rodeaban y de a poco ir ampliando el área de percepción hasta abarcar el universo.
Ok, la atención global no es capacidad multitasking, aunque ayuda, seguramente.
Cuando era adolescente estudié algo de música, entonces me maravillaba con quienes podían tocar y cantar al mismo tiempo, así como con los pianistas, que siguen dos melodías distintas con cada mano.
Luego me dí cuenta de que sólo se trata de practicar las dos cosas y encontrar los puntos en que se intersectan, y practicar, en la música todo es practicar hasta que salga bien.
El error de los gerentes es creer que pueden coordinar acciones que en sí mismas no dominan, pero nunca se van a enterar porque la necesidad de la gente de conservar sus trabajos hace que los objetivos se cumplan de alguna manera.
Pero ahí tienen, si quieren, aunque sea para jugar al gerente. De a poco desarrollen la atención global. Practiquen las tareas que quieran coordinar, y recién entonces busquen los momentos en que se cruzan, para estar atentos a la sincronía. Y a falta de memoria ilimitada, anoten.


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