Proyecciones I

Hay un mecanismo defensa culpable de muchas confusiones: la proyección. A Freud le dió algunos dolores de cabeza para tratar de diferenciarlo tal como se presenta en las neurosis y en las psicosis. LA cosa se complicó un poco más cuando Melanie Klein la elevó a mecanismo constitutivo gracias al tándem "proyección-introyección", y Anna Freud lo terminó de hacer puré con gracias a su lista de mecanismos de defensa aún vigente.
No se trata de que estos autores se confundieran, más bien es probable, en vistas del manejo clínico que tenían, que supieran en cada momento de qué estaban hablando. El problema es que la gente es mala y comenta, o sea: entiende los libros como se le da la gana.
Finalmente ni Lacan con sus letritas y grafos pudo, honestamente, poner orden en el concierto. Como los anteriores, entendió seguramente de qué se trataba y trató de ponerlo en claro, pero la comunidad "psi" se mantuvo firme en su propósito de confundirse, usualmente por el recurso de elevar cada concepto útil a la categoría de solución para todo.
Creo que un factor problemático es la tendencia de todo profesional de ciencias humanas hacia una actitud ingenuamente fenomenológica. Por ese lado se cuelan distorsiones groseras dictadas por la empatía.
Como cuestión teórica puede parecer una abstracción, pero en en la práctica clínica es fundamental.
Tan fundamental como lo es orientarse respecto de si un paciente es neutrótico o psicótico.
La corriente que se autodenomina "basada en la evidencia", y que nosotros vamos a llamar "anglosajonas", descuidan la dimensión estructural de esa distinción. Para el paradigma empirista no existe otro sujeto que el de la percepción, y padecen el defecto de pretender que haya correspondencia entre el modelo del objeto de estudio y el modelo de marco teórico. Por esto, a la hora del diagnóstico lo que más les importa, lo que usan para el diagnóstico diferencial entre psicosis y neurosis, es la famosa "prueba de realidad". La misma prueba de realidad que no distingue estados confusionales, alucinaciones hipnopómpicas, pensamientos intrusivos, certeza delirante o alucinosis tóxica.
¿Qué prueba de realidad se puede invocar cuando hablamos de los sentimientos que la gente percibe en los demás?
Si existe un rasgo que siempre me pone en alerta respecto de la posibilidad de un delirio es justamente cuando los pacientes tratan esos contenidos como objetivos. Cuando hablan con objetividad acerca de materias tan opinables, puede deberse a que para ellos son realidades tan concretas como un cascote, lo que puede ser una consecuencia de que en la mente psicótica las representaciones funcionan de otra manera (también puede ser consecuencia de una limitación más específica, por eso sólo se trata de una alerta). Estar en alerta en mi caso, en mi experiencia, quiere decir que me guardo un poco al intervenir. Evito buscar el doble sentido, y por supuesto, no hacer bromas para bajar la intensidad del problema.
El material típico donde aparecen estas dudas es en los celos. Cuando alguien empieza a hablar de estos sentimientos, uno va apuntando si se refiere explícitamente a posibles sentimientos de su pareja, si cuando interpreta los dichos o la conducta del otro puede establecer una distancia entre el dato y la interpretación. No ayuda mucho que se le llame por igual "proyección" al mecanismo de los celos neuróticos y al delirio de celos.
Los celosos infieles no entrar en cuestión: no están proyectando, sino justificándose, y si los enoja que su pareja haga lo mismo es más un sentimiento de envidia, de corte narcisista.
Rivalidad hay en todos los casos, la rivalidad no define nada, como no sea el grado de madurez con que la puede procesar cada uno, si la compensa, si la puede llevar a un terreno simbólico, o si la pone en acto en forma compulsiva.
Otro rasgo clave son las dudas, cuando hay proyección propiamente dicha, es decir, cuando un deseo reprimido se convierte en la interpretación de un acto ajeno, hay un efecto secundario que es la duda sobre sí mismo, sentimiento de impotencia, inferioridad, o como le dicen ahora "inseguridad". 
Hay duda porque se ponen la venda en los ojos, y luego ya no confían en lo que saben ni en lo que ven.
Todo lo contrario de los delirantes, que están seguros, aun cuando estén asustados.

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