Juguetes rotos
Los juguetes son una forma de representarse a si mismo. No por un mecanismo abstracto de semiosis, ni por una predilección filosófica. Es porque los chicos necesitan repetir de forma activa todo lo que reciben pasivamente de los grandes. Esta forma de respuesta es primaria, casi del nivel de los reflejos, no está mediada por la identificación, más bien hay que pensar que la posibilidad de identificarse con un semejante tiene como condición previa este tipo de comportamiento. En general veo que muchos procesos psicológicos empiezan como conductas motrices, y después se "internalizan", como dicen algunos, o será que son reemplazados por representaciones, imágenes o símbolos de esas acciones. Así, por ejemplo explicó Vigotsky el paso del habla egocéntrica al pensamiento verbal.
Es cierto que los procesos psicológicos van mucho más allá de ser una sustitución virtual del movimiento. Pero las conductas fundamentales dejan un molde, y si fueron exitosas generan un sesgo que con el tiempo se puede profundizar, estabilizándose como tendencia a responder de cierta manera, a vincularse de cierta manera, a repetir ciertos roles.
Por eso puede ser que los accidentes que ocurran en los juegos pueden quedar en la memoria esperando por años a tener una interpretación, una traducción.
Caso típico: cuando el juguete no aguantó más y se rompió mal. O cuando se pierden, a nosotros nos parecen boludeces, pero la gente termina contando esas cosas en terapia. Claro, la cosa es que les sirva para algo. Cuando los pacientes "interpretan", se están haciendo una historia nueva. Yo soy pesimista: no creo que descubran verdades fundamentales, yo soy de la opinión de que inventan, pero parece que eso que inventan les sirve. Y si será cierto que no hay más remedio que vivir en un mundo cuyo sentido se organiza desde una ficción, por lo menos que esa ficción sea una construcción propia en alguna medida.
Ya me veo a los estructuralistas con su determinación sempiterna: lo que el niño repita con los juguetes viene de conductas de los adultos, estructurados por el lenguaje, y los juguetes mismos son objetos pruducidos a través de una cadena de intercambios mediados por la tecnociencia y el significante dinero.
Bla, bla, bla: cada sistema procesa lo que puede decodificar en ese momento y no otra cosa, es decir que de todo lo simbólico, para el "enfans" solo queda la matriz de presencia ausencia, la voz y el silencio, la teta y la luna.
Pero sí es para tener en cuenta que para los adultos, los chicos son un poco en el fondo esos juguetes que tienen. Se ve muy claro en las madres, que fuertemente "maternan" repitiendo el trato que recibieron, y no suelen notarlo aunque sea muchas veces evidente, porque esas actitudes se grabaron mucho antes que tuvieran la capacidad de notar cosas.
Además, la gente no registra en la memoria cómo los trataban de chicos, más bien tienen recuerdos que son una novela posterior. Por supuesto hay cosas que igual se notan, como si una familia le da un lugar postergado a una de las hijas, y mantiene esa postergación durante etapas posteriores, lo que por ahí esa hija no se da cuenta es que se trata sólo de que salió morocha, y tiene padres racistas, en cambio se construye culpas y supone afinidades irrelevantes. Pero la discriminación fué consistente, y aunque la proyecte en recuerdos falsos, no cambia nada.
Otro fué mas "afortunado", porque tuvo oportunidad de ver a la madre tomar uno de sus juguetes para descargar su ira. Al desplazar el maltrato sobre el objeto transicional en lugar de hacerlo sobre el sujeto, le proporcionó prematuramente la escena que de otra manera hubiera tenido que reconstruir.
Suerte para mí, porque se le sacudió todo con un recuerdo cortito.
Comentarios
Publicar un comentario