La fiel angustia

Lacan tiró una frase ingeniosa y sesenta años después tenemos que seguir remando contra los equívocos del romanticismo de la angustia.
Para no echarle todas las culpas a la escuela francesa del psicoanálisis, recordemos que desde hacía mucho se hablaba de la angustia como uno de los síntomas principales, y en muchos textos se perfila como una especia de síntoma universal, el síntoma que está en el fondo de todos los demás síntomas, síntoma primario, síntoma universal, metasíntoma, etc.
Si uno dice que el síntoma del siglo veinte fué la angustia, queda como un duque en cualquier parte. Total es indemostrable. Nadie va a hacer la estadística de los motivos de consulta y las quejas de los pacientes de salud mental (hola DSM), y si acaso sucediera, como la angustia es el contenido oculto de todos los otros síntomas, queda claro que la discusión está saldada de antemano.
Por el contrario, la línea que sigue Freud en "Inhibición, sintoma y angustia" termina conduciendo al angustia hacia el miedo objetivo, con lo que se podría casi descartar el concepto mismo, si no fuera por lo que llama "neurosis actuales" donde la angustia tiene causas que no son psicológicas, sino orgánicas.
Hoy los pacientes ya vienen no sólo diagnosticados de angustia, fobia y TOC, sino que ya se plantean precisiones del tipo "¿esto que tengo es ansiedad o angustia? ¿cómo sé si estoy teniendo un ataque de pánico o una crisis de ansiedad?".
Y estos son las situaciones favorables, donde se puede suponer con buen margen de seguridad que se trata efectivamente de angustia, por lo menos de personalidades con tendencia a manifestar este síntoma. 
Por supuesto, la irrefrenable necesidad de precisiones, que casi nunca queda conforme con el señalamiento de que son todos nombres dados en distintos lugares y momentos para la misma sensación.
Toda terminología propia de un servicio dirigido a las personas, termina siendo de dominio público, con las distorsiones que eso conlleva. Es tan inevitable como previsible, y no tienen razón de ser las pretensiones de corrección. Los profesionales no somos los dueños de las palabras que usamos, nuestros clientes pagaron por ellas y no las van a devolver.
Al margen, ni que hubiéramos inventado el término.
De una vez por todas tenemos que asumir que no hay univocidad de la angustia. No hace falta contar los casos que son simple simulación, o manipulación: como los clásicos adictos que tienen ataques de pánico que duran días, porque así consiguen dosis de Rivotril ®. O los que se pueden llamar ansiosos "eufemísticos": son alcohólicos que viven en un constante síndrome de abstinencia, pero se hacen diagnosticar "trastornos de ansiedad generalizada". Es fácil, sólo hace falta omitir contar que tomás todos los días varias veces, y tener la previsión de llegar sobrio a las entrevistas.
Los psicóticos también se angustian. Ellos lo llaman angustia, y aunque no responde al mismo proceso que en los neuróticos produce angustia, para ellos cumple el mismo papel, más o menos. 
Los estresados, crónicos o postraumáticos también tienen angustia, más parecida a lo que Freud llamaría un trastorno actual, pero que también puede responder al trastorno del humor, trastorno adaptativo o depresión reactiva, llámenlo como quieran. Pero se trabaja y se trata distinto que la angustia, ansiedad, coso.
Y la consigna termina siendo siempre esperar, promover que los pacientes se explayen mucho sobre lo que les pasa, porque algunos dicen "estoy angustiado" y creen que ya dijeron algo.




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