El carro adelante del caballo

Quisiera hacer una costumbre de encarar los problemas al revés de como se presentan. Es lo que también se llama mirar las cosas desde otra perspectiva. Algo que dicho en abstracto parece estúpido, pero en concreto consiste en dar vuelta las cosas, o caminar alrededor. Es el secreto del insight de los terapeutas: vemos los problemas ajenos desde afuera, sin los puntos ciegos que padecen sus protagonistas. También se puede comparar con la situación de quien ve una película, o una obra de teatro: puede notar cosas que los personajes no, por estar adentro de la escena.
La fortuna nuestra es que la mayor parte del tiempo la gente se complica con cuestiones bastante simples, pero vistas por el lado difícil. Son momentos en que lo único que nos separa de cualquier manosanta es que en lugar de darle la solución, tratamos de que el paciente aprenda a pensar desde afuera de sí mismo.
Un joven universitario está trabajando lejos del centro, vive en un departamento que los padres alquilan para él y su hermano. Su familia vive en una ciudad de la provincia, no tan lejos como para tener que ir en avión, así que el flaco se mueve en auto. El trabajo es lo suficientemente interesante como para demorarse en la carrera, porque este trabajo ES su carrera. Me plantea que está indeciso (bueno, es lo suyo) porque el auto está bastante estropeado, y quiere arreglarlo, pero también podría usar la plata en mudarse más cerca del trabajo, porque tiene cerca de una hora y media de viaje, ida y vuelta de lunes a viernes.
Cuando yo empece a trabajar pude hacer una elección parecida: vivía con mis padres y el trabajo me quedaba algo lejos, en realidad todo quedaba lejos. Mis opciones eran alquilar un departamento o comprar un auto. Todo el mundo opinaba que era mejor el auto, porque sería mío, etc. Pero sobre todo porque para el sentido común del varón porteño el auto es un artículo de primera necesidad. En mi caso me definí rápidamente por la vivienda propia, porque me resolvía el mismo problema que el auto y además tenía mi propio lugar.
Para el problema de mi paciente, la solución fué la opuesta, aunque la estrategia para pensarla fué similar. Lo que hicimos fué pensar desde el final, porque él se estaba enredando en buscar opiniones que le decían qué podría ser prioridad, y como no me canso de decir en todos lados "nadie sabe lo que es mejor para otro". También se iba por las ramas en los detalles de cómo podría llevar a cabo cada una de las opciones.
Entonces lo llevé a pensar en la cosa hecha, el caso de que estuviera todo resuelto: lo primero que se vió fué que mudándose igual iba a necesitar un auto en condiciones, y el que tiene ahora no le sirve porque se rompe a cada rato. 
Hay ejemplos muy trillados de esto: como ese en que se tiene un vaso con agua y otro con vino, se pasa una cucharadita de agua al vaso de vino, y a continuación una cucharadita de vino con agua al vaso de agua. El problema consiste en calcular si la proporción de agua en el vino es igual que la de vino en el agua. Si uno quiere seguir las operaciones realizadas, se hace un cálculo engorroso, pero si se empieza por el final, se observa que ambos vasos terminan con la misma cantidad de líquido, y que habiendo pasado la misma cantidad de un lado hacia otro y viceversa, las proporciones tienen que ser necesariamente iguales.
¿Se fijaron que siempre es más fácil resolver un laberinto empezando por la llegada?
No es trampa, eh.


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