El padre perverso

Todo el mundo tiene un padre perverso. A tal punto que en los test proyectivos la imagen del padre siempre es la de un monstruo. Nosotros nos complacemos en esto porque es como un secreto horrible que uno guarda sobre los demás. Algunos incluso se divierten tirando alusiones sueltas, sobreentendidos, ya sea sobre las fantasías neuróticas o sobre la mitología. Es obvio que la mayoría de la gente no leyó "Tótem y tabú" de Freud ni "Los mitos griegos" de Graves, ni cosas de antropología y mucho menos Lacan.
La cosa es sencilla, el ser humano no nace con la capacidad de representarse objetos complejos, ni siquiera con la capacidad de representarse objetos en ausencia. De hecho, la misma noción de la "constancia" es adquirida. Nosotros sabemos que si las llaves se pierden, es porque no las buscamos. Pero un bebé no. De hecho ni siquiera necesita creer que la teta de ahora es la misma que la de hace un rato.
Con esta falta de integración, las imágenes de las cosas se agrupan de formas un poco más básicas al principio. La memoria se va organizando como la bandeja de entrada del correo: al principio esta todo amontonado, después se empiezan a agrupar algunas cosas. Al contrario de lo que creen los estructuralistas, no tienen por qué organizarse conjuntos ni dicotomías, eso bien puede ser una organización posterior que recolecta algo de lo que ya estaba amontonado y lo registra bajo su propio criterio.
Sobre ese fondo heterogéneo se asienta mucho más tarde la idea de un padre, que además de un personaje en concreto aleatoriamente más presente o más ausente en la crianza, es un familiar, alguien que tiene un nombre y un rol definido exclusivamente desde una idea de familia.
La consecuencia de asociar un rol abstracto, simbólico, con un personaje concreto, y con una masa de recuerdos poco estructurada es que se va a formar una imagen que no tiene tanto que ver con la realidad, sino que va a servir de ejemplo de un montón de cosas. Particularmente de muchos impulsos que son segregados de la imagen ideal de sí mismo. Porque la cultura sostiene en la figura del padre la posibilidad de incluir la satisfacción de todas esas tendencias en alguna medida. Es una promesa que le hace la cultura a los varones para que sean sociables.
Por esto decirle a alguien que tiene un padre perverso, es lo mismo que decirle que si madruga se levanta temprano. Pero además es una estupidez, porque hace pensar en lo que se llama el padre imaginario, sobre todo se termina hablando del padre que se imagina el terapeuta.
Las personas necesitan espacio y tiempo para hablar, porque a veces esa perversión puede ser real, y haber dejado marcas.
El abuso sexual parece recorrer las biografías individuales a distancias variadas. A veces es una sombra, un cuco difuso, a veces es un muerto en el placard de las generaciones. A veces es una realidad. En el fondo, si en algún lado es una historia, es porque pasó y sigue pasando.
Llega una chica a un hospital con un intento de suicidio, va un psiquiatra y la enfermera comenta por lo bajo (porque la clínica no anota nada de esto para no obligarse a denunciar) que sufrió abuso de su padre. Esto es tirarse a la pileta y en lugar de agua está llena de lombrices.
Esa chica tiene hermanas, primas, vecinas. Ese padre tiene amigos, novia, vecinos, clientes tal vez.
Esa chica también tiene una madre, y un día puede que tenga hijos, hijas.
Un psiquiatra no tiene las herramientas para intervenir ahí, hace falta todo un equipo, y en realidad hace falta una respuesta social integral. Si eso sólo vamos a emparchar la existencia de una persona, un grupo, una familia que se desarma porque hay uno que abusa.
Y cuando el que abusa es el padre, casi siempre es también el que provee plata indispensable, plata que hay que sustituir porque al abusador hay que sacarlo del medio como primera medida.
Muchas de estas familias siguen adelante sin resolver esto, y las chicas se hacen mujeres con el secreto.
Mujeres que consultan por cualquier otra cosa: problemas del trabajo, problemas con drogas, problemas para estudiar, problemas para tener hijos, falta de deseo, falta de tranquilidad, falta de plata.
No es que tienen esos problemas porque sufrieron abuso. Tienen esos problemas y no se puede evitar trabajarlos sin ejercer violencia: meterse con la sexualidad de alguien sin consenso, de nuevo.




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