Fracasan al triunfar

Pacientes depresivos? O sujetos de una realidad penosa.
Así como existen esos casos que "fracasan al triunfar", están los que enferman al mejorar. Los primeros son neuróticos a quiene su sentimiento de culpa no les permite alcanzar ciertas satisfacciones en la vida. Cuando llegan a una meta que se habían propuesto durante años, empiezan a tener problemas inexplicables, conflictos inmotivados, pierden el deseo, o sienten demasiados deseos, cometen traspiés cruciales, etc. Pero esto dentro del cuadro de la vida en general. Otra cosa es cuando la mejoría viene exclusivamente respecto del cuadro clínico: puede ser una depresión que remite, un cuadro delirante que se compensa, una postura actuadora que cede. Por una o dos sesiones el trabajo deja de ser la urgencia del malestar agudo, aparecen reflexiones, se escuchan fantasías, sentimientos hacia otros. Sobre todo parece que la esfera de atención dejó de estar reconcentrada en el sí mísmo y por fin se da cuenta de que está rodeado de otros.
En la mayoría de los casos esto se instala como una mejoría progresiva, se resuelven algunas cosas, se encuentra el sentido de algunos síntomas. De a poco notamos que el paciente dispone de más energía, que no será infinita, pero es mucha, y aun las personas de capacidad modesta pueden mucho más cuando están sanas que cuando su capacidad se dedica a la enfermedad. De a poco el contenido de las sesiones empieza a ser un raconto de novedades, buenas y malas, pero ya se va haciendo notorio que la energía o como se llame está puesta en otro lado, así que va siendo hora de plantear un alta.
Y están los otros, que después de un momento de lucidez empiezan a relevar una dificultad tras otra, obstáculos estructurales, daños incurables, y empiezan a considerar que el panorama que tienen por delante es una vida de mierda.
¿Qué se puede hacer cuando alguien se enfrenta a una cosa así?
Se puede recordar que con todo la posibilidad de alcanzar cierta felicidad no es nula, como lo prueban sobrados ejemplos, pero también es cierto que esas son las excepciones a la regla.
Se puede mentir descaradamente, hay quien tiene esa habilidad y como un vendedor de autos puede convencer a cualquiera de que puede tener esperanzas. Eso no voy a criticarlo, pero no me sale.
El camino árido y correcto parece ser la convicción de que por duras que sean las condiciones, siempre va a ser preferible estar sano y bien parado para lo que venga. Pero eso significa competir contra el camino defensivo de la disociación, las soluciones mágicas o la recaída, que prometen simplemente volver al mundo de la fantasía.
Con casos así hay fracasos y de vez en cuando algún éxito misterioso. No se realmente qué hice diferente, ni siento que haya tenido las cosas más claras o entendido mejor, ni siquiera registro que haya habido mejor timming con los pacientes que salieron adelante a pesar de todo. Tengo claro que la gravedad relativa de los problemas tampoco fué determinante, porque algunos de los que mejoraron estaban en peor situación que otros con los que fracasé.
Si acaso creo que hubo de mi parte alguna elección irracional, una preferencia basada en rasgos totalmente desconcertantes, que debe haber tenido un papel. Inexplicablemente les tenía fe, no en el sentido de tener expectativas, más bien se parece a tener la convicción de que la existencia de algo o alguien tiene pleno sentido, porque sí. 
Lo malo de esto es que si se quisiera elevar a la categoría de técnica, la única forma de ponerlo en práctica sería que los terapeutas elijan a qué pacientes quieren atender. Eso dejaría mucha gente sin atención. Y siempre es mejor una atención mediocre que ninguna atención.



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