Los patitos en fila

La idea de "tener los patitos en fila" es tan fuerte como problemática. Hoy  recordé a ese psiquiatra que publicaba avisos de "antes/después" con fotos de patitos de goma. Es muy simpático desde luego el recurso de reemplazar el ominoso homúnculo cerebral por una multiplicidad de animalitos folklóricamente amigables. Melanie Klein seguramente puede encontrar la correlación esquizo-paranoide de la fantasía de que la mente funcione como un centro de comando habitado por criaturas autónomas que quién sabe cómo es que piensan por sí mismas.
Los patitos salvan el problema de esa recursividad: son animales, aves, seres bastante elementales, no hay ninguna necesidad de imaginar patúnculos. Lo único que precisan los patitos es alinearse, ponerse uno atrás del otro y presumiblemente avanzar al unísono.
La mente sería una especie de máquina de Turing que procesa patitos en lugar de bits ¿se podrá usar un pato como elemento binario de código?¿Es este el sentido oculto del juego del pato ñato?
Si algo queda claro es el poder imaginario de la fila como ordenador de nuestro mundo.
¿Se acuerdan de las discusiones alrededor de las fotos de gente haciendo fila por fuera de las paradas del metrobús? Debates banales que reflotaron el lugar común de que "en Uruguay (¿o en Brasil?) la gente no hace fila, la gente sabe en cuál es su lugar".
A eso respondo con algo que leí hace mucho en un ignoto trabajo de campo sobre institutos de menores: los directivos repetían como un catecismo que su misión consistía en "sacar el candado de la puerta y ponerlo en la cabeza". Hasta ahí con la supuesta falta de filas.
En la naturaleza no hay filas. No, las hormigas no hacen fila, lo de ellas se debe a que siguen una pista olfativa, por eso se desordenan si pisas algunas por el camino y desparramás las feromonas. 
Las filas las inventamos nosotros, pero cómo, cuándo y para qué. Me pregunto cuál habrá sido su primer función. Seguramente por una deformación profesional, tiendo a creer que la primer cosa que los humanos pusimos una atrás de otra fueron nuestros ladridos. No puede dejar de pensar que para la voz, es un orden inevitable: al tener un solo órgano fonador no queda otra que hacer un ruido después del otro.
Fíjense que en realidad, nos podríamos haber organizado en grupos para decir varias cosas a coro, y de hecho lo hemos llegado a hacer. Pero sé por experiencia que es algo que lleva mucha práctica.
Las piedras: habrán visto esos documentales que explican por qué existen pirámides por todos lados. Pero antes que pensar en sucesivos pisos que se van haciendo más chicos cuanto más altos, nos tiene que llamar la atención la base cuadrada. Porque lo más lógico y elemental es hacer construcciones circulares, que se pueden trazar con una piola y un palito.
Para hacer cuadrados decentes hay que saber el teorema de Pitágoras, nada menos.
O quizás no tanto: intelectualmente un cuadrado es un conjunto de líneas paralelas, y cada línea es una sucesión de puntos (un punto en movimiento, decía Kandinsky, pero prefiero lo anterior).
Quiero decir que un cuadrado de piedras se forma cuando ponés una piedra atrás de otra hasta hacer una fila, y volvés a empezar otra vez y otra vez. De dónde podrá venir esa forma de ordenar las cosas: uno piensa en los signos escritos, ordenados por renglones. Pero la escritura misma se hacía tomando un modelo previo: una forma antigua de escritura se llamaba precisamente "bustrofedón", que significa "buey que ara". No por nada los pueblos agricultores fueron los mayores constructores de pirámides.
¿Y las palabras? Desde mucho antes de tener signos escritos, el truco para retener textos largos fue el verso. Separar la historia en segmentos rítmicos, sea con rima o con aliteración, es una lo que permitió crear las primeras historias, las primeras leyes, los primeros manuales.
La relación entre versos y filas de ladrillos no se nota muy clara. Pero hay una forma de hacer filas que se ordena verbalmente, y que tenemos que sospechar que siempre ha sido vital para nuestras civilizaciones. La forma de formarse los soldados.
También arman cuadros, pero cuadros que son también, líneas superpuestas.
Se empieza ordenando a los soldados en una fila de mayor a menor, para seguidamente numerarse del uno al tres, del uno al cuatro, al cinco, según se quiera. Es una secuencia que se repite. 
La fila le permite no sólo a cada uno conocer su lugar, que es algo bastante contingente: básicamente el orden es cuestión de vida o muerte en la guerra. Y en la medida en que las sociedades dependen de la guerra, bueno, en fin, se ve por donde va esa metáfora de poner los patitos en fila.







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