Hacerse hombres

Quería escribir la crónica de una doble internación, ahora que ya se resolvió. No sabía muy bien qué enfoque darle.
Hace meses venimos atrás de estos dos casos, todo el equipo de coordinación, asistente social, psiquiatra, psicólogo, servicio de urgencias psiquiátricas, con la auditoría de la Obra Social y el departamento de legales encima para que "resolvamos".
En ambos casos se trata de, como nos gusta decir ahora, consumo problemático de substancias. Así esquivamos el bulto respecto del concepto de adicción, que viene más manoseado que un repasador de cocina. 
Ahí nomás está el tema de las internaciones involuntarias, pero de qué sirve discutir uno o dos casos que no se pueden contrastar. Los chicos no están tratando de matarse, ni de matar a nadie. Un poco se ponen en riesgo por ejemplo manoteando un celular de un vecino, que después los viene a buscar con sus amigos queriendo darles una paliza. Se escapan, andan por la calle... Pero eso les pasa porque son tontos, tontos y pobres. No se puede encerrar a alguien por tonto ni por pobre. Sí tenemos claro que ellos quieren drogarse, y tenemos claro que se están arruinando la vida de a poco, a un ritmo tal que cuando les empiece a afectar, va a ser tarde. Pero es de esas certezas teóricamente incomprobables, que no se pueden discutir en abstracto.
Mientras intentábamos lograr la internación, en medio de percances que fueron desde instituciones aisladas por casos de COVID hasta la Obra Social esperando que los prestadores realicemos un pedido formal en lugar de responder al llamado de urgencia de la familia, sentía casi la necesidad de hacer la crónica de todos los sinsentidos que comporta una intervención de cierta complejidad. Pero la verdad es que el resultado ofende la inteligencia, tal vez sirva de material expositivo, pero acá sería simplemente una desubicación.
Además, ahora que los pacientes entraron en tratamiento sólo puedo cruzar los dedos para que no se escapen. El tema organizacional me tiene agotado, por el momento.
La última cuestión es ¿qué sentido tiene todo ese trabajo? Ambos pacientes ya dejaron más de un tratamiento, así que todo se reduce a la duda de si sólo estamos haciendo esto porque existe un juzgado que interviene ¿estamos solamente salvando nuestra responsabilidad?
¿Qué chance tiene este manoseo de causar algún efecto terapéutico?
Tal vez, una consecuencia sea ganar por cansancio. Que el efecto de erosión de una intervención institucional que insiste, una demanda que persevera con el mismo mensaje, termine ubicando a estos sujetos en una posición de plantearse hacer algo al respecto, negociar, mentir, evadir, de alguna manera entrarán en una posición adulta, consistente en usar las reglas para retener algún goce.

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