Para voz, no hay como la mía.

Hace mucho tiempo, al principio de la pandemia, tenía la costumbre de aconsejar a la gente que trata de comunicarse más a través de llamadas de voz, en lugar de mensajes escritos. Nos gusta decirle a eso comunicación analógica, aunque la voz se transmita por medios digitales. 
Alguien podría decir que la "voz" que escuchamos es en realidad imaginaria, una imagen acústica recreada por el cerebro. La cualidad sería un invento nuestro. 
Por otro lado, a través del sonido parece que nos sentimos mucho más acompañados. La explicación debe ser que desde siempre, la voz ajena nos sirve de compañía para dormir: la voz es una parte del cuerpo, y le dice a nuestra mente que el otro está presente.
Mucho más que la imagen, porque los ojos se pueden cerrar, y se puede elegir qué mirar.
Paradójicamente, la imagen es mucho más fácil de manipular, o al menos tenemos aprendidos muchos más recursos para manipular la mirada ajena que para dirigir su escucha.
Y eso que los espejos son un acontecimiento reciente en la evolución. Casi toda nuestra vida como especie, sólo podíamos vernos en la mirada de los otros. Ahora que lo digo, me doy cuenta de que es por eso que nos especializamos en manejar ese mirar. Para algunas personas es como aprender a caminar, para otras es lo que se ve y se sabe...
El primer problema con la voz es que nunca nos escuchamos a nosotros mismos. Percibimos nuestra voz a través de una comunicación entre la faringe y el oído interno. En la medida en que la estructura del cráneo hace de caja de resonancia, amplificando ciertas frecuencias de la voz que se emite al exterior, nuestro oído capta una muestra diferente, casi diría que escuchamos el negativo de lo que emitimos.
Gracias a la tecnología moderna podemos comprobarlo al sufrir el horror de escuchar nuestra propia voz en una grabación.
No, no es el micrófono: eso eres tú.
El segundo problema con la voz es que desde el principio se interpreta como palabra, y eso hace que prestemos más atención al sentido que al sonido. Claro que el sonido sigue haciendo su efecto inadvertidamente.
Por eso quienes aprenden a modular su voz son los grandes cautivadores y les pedimos autógrafos.
Alguien podría decir que la "voz" que escuchamos es en realidad imaginaria, una imagen acústica recreada por el cerebro. La cualidad sería un invento nuestro. Una puntuación que me hace pensar dos cosas:
Si la voz es parte del cuerpo, parece una contradicción que sea un producto de la imaginación, hasta que caemos en que el cuerpo que percibimos como propio o ajeno, es decir, el cuerpo que asignamos a un individuo, es también una proyección, una realidad virtual.
En otro orden de cosas, si la voz normal que escucho cuando me hablan no es real sino imaginaria, tal vez la voz de las alucinaciones no haya pasado por ese proceso, sino que se reproduzca de forma más directa, y por eso tenga ese poder de convicción. Las alucinaciones y las expresiones comunes que los psicóticos escuchan de una manera especial.
Pero que digo, si ellos escuchan el sentido como si fuera sonido, se les cruzan los cables.


Comentarios

  1. De alguna manera que no sé explicar, al leer tu entrada voy a dejar de lado mi sueño de ser ventrílocuo.

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