La madre tierra

Ya con el título le quité suspenso. Pero el complejo de Edipo ya no debiera ser motivo de sorpresa para nadie. Es como Jeckill y Hide, o como el Sexto sentido, no tiene sentido ignorarlo. En abstracto, algunas aclaraciones:
El Edipo no es con la mamá, es con el Otro de los primeros cuidados. 
En las mujeres también se llama Edipo, y también empieza con el Otro de los primeros cuidados, aunque más adelante se manifieste en muchos casos como fijación en el padre como objeto de amor.
Cada uno sigue un camino original en sus elecciones de objeto, que deja huellas muy evidentes para quien quiera verlas.
La diferencia sexual anatómica importa mucho, aunque la identidad sexual sea otra cosa. No la determina, pero la identidad sexual nunca se constituye sin tomar nota de la diferencia sexual anatómica.
Dicho esto, hablemos de ecología.
Hace poco se dió uno de tantos capítulos en el complejo conflicto que gira en torno a la instalación de explotaciones mineras en el país. Sobre todo respecto de la llamada "megaminería". Otra vez la policía reprimió, y detuvo de manera harto irregular a una asambleísta.
El año pasado hubo un movimiento mucho más grande en Chubut, que esa vez terminó con una marcha atrás del proyecto de minería en la meseta.
No es mi lugar opinar sobre las razones a favor y en contra desde la economía, ni mucho menos de la rosca política que se arma en torno a cualquier tema donde haya mucha plata en juego.
Pero sí me siento llamado a decir algo sobre la gente, porque en el fondo, si no se toma en cuenta a la gente, si se aplica sólo la razón de estado, o la razón de mercado, o la razón que sea, se termina en genocidio, como está demostrado en la historia.
Del Chubut tengo más que nada recuerdos, porque la minería no es nueva. Y ya entonces la actitud de la gente ahí era francamente paranoide respecto de la minería.
Y con razón: nuestro marco legal no deja ningún derecho al propietario de la tierra cuando se descubren minerales en el subsuelo. El subsuelo es del Estado, y los permisos de explotación se rigen por una lógica de "yo lo ví primero", un rubro plagado de oportunistas.
Es decir que para el agricultor, la minería es una amenaza.
Y si perjudica al agricultor, también a su proveedor, a su empleado, a su contratista, a su abogado, su médico, su inquilino, su agente de seguros, etcétera.
Si quieren, el consenso antiminero de los chubutenses podría decirse que se basa en la lealtad al padre/patrón.
Pero eso sería ir muy lejos a partir sólo de recuerdos.
Respecto de los movimientos actuales, asambleas antiminería, grupos ecologistas, he leído muchas cosas, que tienden sobre todo a simplificar sus posiciones y falsearlas. Claramente no es lo mismo Greenpeace, una ONG del primer mundo con una actitud bastante "etnocéntrica" por no decir otra cosa, que la Asamblea de Andalgalá, que son personas que viven ahí y hablan en nombre de sus propios intereses.
Al margen de la información técnica sobre la contaminación, la memoria del historial de "accidentes" de los vertederos y de los pueblos abandonados, siempre que hablan de la mina está presente el tema del daño a la tierra. No hablan de la tierra como propiedad, ni tampoco como reserva ambiental para las generaciones futuras. Hablan de la Pacha Mama y perciben a la minería como un acto de violación.
Es otro sentimiento, quizás.
No es tampoco cosa de usar esto para menoscabar el reclamo: no existen demandas racionales, ni movimientos de masas que no tengan a la libido como fuerza motriz.
Al fin y al cabo, la tierra tiene todo que ver con el sustento básico que proporciona ese Otro de los primeros cuidados, y por eso las culturas que la adoraban como deidad la veían siempre como una madre.
Más bien es para señalar que como sociedad, nos estructura en mucho la pertenencia a una tierra: nuestra nacionalidad misma se rige por el "ius solis", la ley del suelo, la ley de la madre.

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