Mal del siglo

Todos tienen derecho a recibir atención para sus problemas de salud mental. A veces me causan ternura algunos planteos que nos hacían en la facultad. Si atenderías a un violador, a un torturador, a un ladrón, etc. O los debates acerca de la internación "el modelo médico hegemónico" y la medicalización de la subjetividad.
Los problemas son otros.
Descartemos la psicoterapia particular: es un privilegio, como ya lo sabíamos desde el principio. Ni siquiera la terapia de grupos logró romper ese vicio, por más que Pichón-Riviere se haya esforzado.
Los sistemas de seguros de salud, prepagas, mutuales y obras sociales evitan sistemáticamente brindar un acceso suficiente. Salvo para lo que sean internaciones de urgencia, funcionan en realidad como una puerta a la terapia particular: insuficientes tanto para el cliente como para el prestador, que terminan arreglando por su cuenta, que es lo que tácitamente se espera.
En un mundo ideal, habría suficientes hospitales polivalentes y servicios descentralizados para que quien necesite se atienda. Y también centros de internación especializados. Por más que lo quieran las buenas intenciones de la ley, los pacientes psiquiátricos no están mejor atendidos en las salas generales.
Pero este sistema sólo puede funcionar si es universal, porque de otra manera, se convierte en el servicio para pobres. Para los más pobres. 
Hubo una comedia llamada "La clínica del Dr. Cureta". Nada del otro mundo, de hecho la forma en que caricaturizaba la asistencia financiada por Obras Sociales era como esos videos donde nos reímos del tipo que se pega un palo.
Ahora se han simplificado un poco las cosas. Pero subsiste un hecho estructural a todo sistema donde hay un tercero pagador: todo se tiene que certificar, acreditar, autorizar, supervisar, contabilizar.
En condiciones normales, el responsable y garante de todo este proceso es el paciente o sus padres. Se complica un poco cuando hay una enfermedad o accidente incapacitante y no hay familiares a la vista.
Pero eso es un caso excepcional.
Ahora, un vicio que es de todos, pero todos los modelos de administración, es que se asume la normalidad como norma. Por eso, se espera que en la salud mental las cosas se manejen igual que en las otras ramas. Empezando porque el paciente sea el gestor y garante de su asistencia, siempre que no esté inconsciente.
Y el problema no son casi nunca los dilemas entre la libre determinación y la necesidad de tratamiento.
El mayor problema son las personas que se confunden, no entienden, se marean, no pueden, etc.
Familia? Cómo creen que le funciona la mente a los familiares de un loco? Cómo creen que le funciona la cabeza a los familiares de un tonto?
Las cosas que a nosotros nos resultan naturales, para otros pueden ser barreras insuperables. Ponemos rampas para los que andan en silla de ruedas. Qué ponemos para los que tienen una capacidad mental limitada?

Comentarios

  1. no des patadas a los locos. Ellos deben tener miedo de ti. Y no lo contrario.

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