Indicaciones
La gente viene muy necesitada de indicaciones. Antes nadie iba al psicólogo a preguntar qué hacer, pero como la oferta crea demanda, ahora se imaginan que existen "técnicas" para cambiar cualquier cosa, sea síntoma, rasgo de personalidad, elección de objeto.
Por empezar habría que aclarar que no hay técnicas que valgan: si tu mente quiere hacer algo, no hay forme de que puedas usar tu mente para impedírselo. Si acaso, se puede aprender a resolver mejor ciertas "emociones". Y resolver mejor significa solamente que se reduzca la percepción interna y/o la manifestación externa de esas emociones. Esto porque el componente perceptible de cosas como la angustia, el miedo, los celos, el enojo o la excitación, siempre es un proceso más bien primario, que involucra al Sistema Nervioso Autónomo. Procesos que si por un lado no están enchufados a los movimientos voluntarios, dependen en muchos aspectos de las condiciones del resto del sistema.
Es importante recalcar que lo que se puede hacer de manera directa es casi siempre influir en la manifestación de un síntoma, porque realmente no sabemos qué es lo que pasa. Pienso en que hace muchos años, se bajaba la fiebre de los pacientes mediante la inanición, o las sangrías.
Efectivamente la fiebre bajaba, pero como se consideraba la fiebre el problema específico, porque era lo que se sentía y molestaba, no se daban cuenta de que sólo le hacían las cosas más fáciles a las bacterias.
Hoy en día seguimos bajando la fiebre, pero no lo hacemos debilitando a la gente al punto de que la hipotermia neutralice la fiebre. Sabemos que es un alivio, y también evitamos temperaturas tan altas que puedan afectar órganos delicados.
Son criterios que estaría bueno recordar para plantearse cómo intervenir.
Y las cosas que se pueden hacer no son tanto técnicas ni pases mágicos (los pases mágicos sí funcionan, pero como no creemos en la magia, los nuestros no sirven), más bien se trata de ciertas "disciplinas", en el sentido de que hay que sostener ciertos hábitos para que el estado general sea mejor y el síntoma remita.
Este enfoque es especialmente válido para los problemas emocionales que tienen lo que nosotros llamamos una "etiología actual". Se trata de consecuencias de alteraciones en un nivel orgánico, neurológico, metabólico, o en todo caso, de funciones más básicas que las psíquicas.
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Uno de los problemas para los que con más frecuencia me piden "técnicas" son los celos. Muchas veces después de preguntarme si les están metiendo los cuernos de verdad, o sólo están haciéndose la cabeza.
Un problema con el tema celos es que no hay un sólo fenómeno, sino una variedad de sentimientos distintos que caen bajo la misma etiqueta.
Está el delirio de celos, propio de la paranoia, que en realidad es una proyección de algo imposible de procesar para el celoso: algo le pasa con las personas de su mismo sexo.
Los celos de los obsesivos a veces tienen que ver con sus propias ganas (reprimidas o no) de tener amantes.
Los celos histéricos están más relacionados con la envidia del goce ajeno.
Las personalidades borderline (y no tan border) sufren sobre todo del miedo al abandono.
Hay un fuente de padecimiento que tiene una importancia variable, pero se puede detectar en muchos casos: la represión de las tendencias homosexuales (no hay personas sin tendencias homosexuales, hay personas con una represión más o menos eficaz de sus tendencias homosexuales. Al respecto puede instalarse una especia de "tabú de contacto", que les dificulta tocar a alguien que tuvo contacto con alguien de su mismo sexo.
Por otro lado, hay un tema que juega particularmente en los varones: esa idea de que las mujeres pierden algo de su valor cuando tienen sexo. Es una manifestación de fantasías infantiles sobre el otro sexo, que quedaron enterradas pero no desactivadas.
Se entiende que atrás de los celos hay toda una armazón compleja, y que cualquier cosa que hagamos, se empieza por explorar esa armazón.
Así y todo, es un síntoma que viene con una presentación "actual", como un afecto que se padece, que se alimenta de acontecimientos cotidianos que se van renovando y no dejan mucho lugar a la reflexión.
Típicamente (salvo cuando tengo sospechas de psicosis) lo primero que hago es confrontar a mis pacientes con la pregunta que me quieren delegar.
"Vamos a ver ¿Vos de verdad pensás que se está acostando con otra persona?"
La mayoría en realidad no cree eso, o no quiere creerlo, porque nadie que traiga estas cosas a terapia está realmente dispuesto a separarse por una infidelidad.
Decía que no pregunto esto a un paciente paranoico, pero ahora me doy cuenta que sería muy raro que un paranoico de verdad pregunte algo así, a menos que ya te haya incluído en su sistema delirante ¿de qué otra manera sabrías lo que hace su pareja?
Después se trabaja, casi siempre. Con los únicos que llego a perder las esperanzas es con los narcisistas. A ellos les resulta imposible procesar no ganar en todo, no ser la excepción a la regla, no ser únicos para su pareja. El narcisismo los pone a decir "yo no tengo por qué tolerar lo que todo el mundo soporta".
La única indicación posible con gente así es que se vayan por la sombra y cierren bien el portón.
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