Los garcas

La ley argentina de salud mental establece que toda persona con padecimiento mental tiene derecho a que no se considere el mismo como inmodificable.
Lo cito casi literalmente porque es un concepto con el que me peleo cada tanto. Porque también creo que todo paciente tiene derecho a que quienes lo tratan no se engañen respecto de su condición.
Y a veces sabemos que la cosa no va a cambiar. Los perfeccionistas nos pueden decir que lo correcto es decir que tal o cual problema no se puede resolver con los recursos disponibles, pero quién puede asegurar que no se pueda resolver más adelante.
Aunque uno no suscriba todas las tesis del estructuralismo, no puedo dejar de encontrarme conque hay estructuras, que desmontar las mismas implicaría básicamente destruir la personalidad, con la esperanza de construir una nueva sobre las ruinas.
Por otro lado, me opongo al deshaucio de un ser humano: hasta ahora siempre encontré que la calidad de vida de cada paciente puede mejorar en alguna medida. Y tuve pacientes cuya vida era una verdadera tortura.
Cuando hablo de la calidad de vida del paciente, tengo que insistir en que hagamos un esfuerzo también para incluir el entorno del mismo. No hay bienestar individual al precio de la desgracia ajena.
Sin este recaudo, terminás como el equipo de un hospital que atendía a un psicótico alcohólico y golpeador, y le decían a la esposa que era su responsabilidad volver a recibirlo en el hogar y darle contención.
HAY QUE SER REVENTADO Y BESTIA EH.
Debe ser casualidad que la convertir la transitoriedad de cualquier problema psicológico en un artículo de fe se lleva muy bien con la política de recortar el presupuesto para tratamientos costosos en entornos controlados.
Dentro del grupo de problemas de salud mental que se asocian a condiciones estructurales, se encuentra lo que el DSM llama "Trastorno antisocial de la personalidad", y la CIE "Trastorno asocial de la personalidad".
El agregado del sufijo "-de la personalidad" indica que se está hablando de un trastorno permanente: está es la convención que rige.
Hay otras patologías que no entran dentro del grupo "Trastornos de la personalidad", como por ejemplo los "Trastornos del humor" que también se sabe que funcionan como una condición, aunque experimenten vaivenes y mejorías duraderas. Pero no se consideran rasgos de personalidad porque impera la creencia de que están determinadas por una base orgánica: algún problema del desarrollo o de los genes que altera el ciclo de la serotonina...
Respecto del trastorno de personalidad "antisocial", se nos dice que es un patrón de conducta consistente a lo largo de la vida y que condiciona la forma de vincularse del paciente con los demás. Este patrón se caracteriza por tratar siempre al prójimo como un medio para obtener un fin. Relacionándose a través de la manipulación, la transgresión y la intimidación.
Menudos psicópatas.
Es lugar para repetir lo que pienso respecto de la "psicopatía": 
En primer lugar, me parece un pseudoconcepto inventado a la luz de algún libro de autoayuda. Además, todas las descripciones del "psicópata" apestan a fantasía conservadora, donde el psicópata siempre es un violento pobre y negro.
Es mucho más preciso y complejo (aka consistente con la realidad clínica) el concepto de personalidad antisocial, sobre todo si uno se toma el tiempo de leer "Deprivación y Delincuencia" de Winnicot, y aprende un poco sobre cómo se relaciona la forma de vincularse con el desarrollo del yo en el contexto de los primeros cuidados. Vayan y lean si pueden, si no, otro día cuento más sobre esto.
En segundo lugar: Francia.
Pero si aceptamos provisoriamente la idea de la psicopatía, digo que se la puede encontrar de dos formas: 
Por una parte, como conducta aprendida, como adaptación. Acá no se trata de una forma de la personalidad, sino de recursos de manipulación que se adquieren, o se inventan, y se retienen por la sencilla razón de que SIRVEN. Los recursos de manipulación son un repertorio muy amplio y nunca exaustivo. La violencia es un recurso, pero tengan en cuenta que es un estímulo aversivo, o sea centrífugo. La persona objeto de violencia tiene como primera meta evitarla, y hacen falta muchos otros recursos para que esa evitación se encauce por donde a uno le interesa.
Piensen en las mañas de los niños para adaptarse a la escuela: se basan en hacer una correcta lectura de los que el otro demanda, así como del alcance y precisión de sus métodos de evaluación.
Piensen en cualquier vendedor o especialista en márketing: su trabajo consiste en manipular, pero eso no los convierte en psicópatas, aunque los psicópatas de tiempo completo son los que tienen más facilidad para estas ocupaciones.
La otra forma de psicopatía es la que se acomoda mejor al concepto de personalidad antisocial. Son personas que tienen un yo disociado a un nivel profundo, y que en realidad no se vinculan afectivamente con sus semejantes, sino con aquellos bienes que buscan obtener a través de su trato con ellos.
Aunque se los retrata mediante sus ejemplos violentos, la gran mayoría utilizan otros recursos: el engaño y la simulación, el histrionismo, las tácticas de "gas lighting" y sugestión directa e indirecta. Ya saben: subliminal, liminal, superliminal...
La violencia responde básicamente a otros dos factores: la naturaleza violenta del contexto en que se desarrolla una persona, que hace más o menos adaptativo desarrollar conductas violentas y agresivas, y en otro nivel, la mayor o menor capacidad de control de impulsos que tenga esa persona.
Siguiendo con los antisociales, eso de ponerlos en el grupo de los trastornos de personalidad, responde a un consenso entre muchísima gente que trabaja en el área clínica. Winnicot no llegó a participar de los debates en torno a la redacción del DSM, pero aún siendo bastante optimista, afirmaba que los pacientes "más enfermos" sólo se beneficiaban con instituciones de estructuras rígidas y que terminaban convirtiéndose en pequeños dictadores.
Ahora hagamos una breve comparación ¿vieron que se repite mucho que los violadores o los pedófilos no cambian nunca, y que por eso, aunque cumplan una condena, no deberían gozar de libertad una vez detectados (eso es lo mínimo, claro)?
Y entonces ¿por qué no sería una idea popular y aceptable asumir que a los garcas se les debería inhibir legalmente para todo lo que implique transacciones de dinero, contratos, o responsabilidades sobre terceros?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tiempos virulentos

Los que triunfan al fracasar