Los que triunfan al fracasar

Freud escribió hace mucho tiempo sobre el masoquismo moral, la reacción terapéutica negativa y el tipo de carácter específico del que "fracasa al triunfar". Son cosas parecidas, y relacionadas, de alguna manera se pueden entender como consecuencias de la pulsión de muerte. Pero son cosas diferentes: conceptos que aplicamos en distintos ámbitos.
Por ejemplo, el masoquismo moral no tiene nada de fracaso, no es anecdótico sino una cuestión constante, una fuerza que incide de manera regular en la forma en que una persona lleva su vida, una tendencia que le exige una cantidad de sufrimiento, y la lleva a encontrar ese sufrimiento en su vida. Nótese que esto no se contradice con llevar una vida exitosa en el sentido social.
La reacción terapéutica negativa es un problema muy grave que se presenta como respuesta a un tratamiento. No es algo que anda dando vueltas por la calle. Ocurre en algunos casos cuando justamente se llega a una interpretación acertada, o a un punto de elaboración clave. Y cuando todo tenía que empezar a mejorar, empeora. 
Esta es una de esas ideas del psicoanálisis que causan la indignación de los estúpidos que no sabiendo nada de la técnica, se imaginan que es un "si sale cara, gano yo, si sale ceca, perdés vos". No, señores empiristas: no se trata de que el psicoanálisis tome la negación por afirmación para confirmar cualquier burrada que se le ocurra al terapeuta. Tenemos otros criterios de confirmación, que dicho sea de paso, no están escondidos, sino escritos con mucha claridad: cuando decimos algo que sirve, aparecen nuevas asociaciones, nos dicen nuevas cosas conectadas con eso, mientras que cuando decimos pavadas, no sale otra cosa que racionalizaciones. Pero claro, con un marco teórico que no puede reconocer una racionalización aunque le baile en la cara, ni diferenciar lo inconsciente tópico de lo dínámico, qué se puede esperar...
Volviendo al tema. Los que fracasan al triunfar, lo hacen en su vida, que no es (no debería ser) algo centrado en el tratamiento. Y acá casi siempre estamos hablando de éxito en el sentido social.
El tipo consigue ese ascenso codiciado: se acuesta con la hija del dueño, lo echan. Otro fulano termina de componer una sinfonía que revoluciona el estado del arte: publica una declaración racista, lo cancelan.
Se darán cuenta de la diferencia.
La situación que equívocamente mencioné en el título como una especie de opuesto de "fracasar al triunfar", es en cambio un fenómeno bastante frecuente el la psicoterapia. 
La última vez que me encontré con algo así, fué en el contexto de una terapia "breve" (como soy de tratar de que mis pacientes se enfoquen en resolver algo y ocuparse de sus vidas, tengo una porción bastante grande de casos de terapias "breves").
Viene una paciente con uno de esos planteos en que están como pidiendo permiso para hacer algo que quieren, pero que importa ciertos riesgos, y por supuesto, algún conflicto con ciertos deberes, para el caso, eran deberes maternos, de los más difíciles de cuestionarse.
No es una paciente fácil: es muy firme en todo, y si me pregunta algo, no se deja correr de ahí, así que tenía que tomar su pregunta, que entraba en el capítulo de "¿Voy a traumar a mi bebé si hago esto?"
Una sesión entera tratando de despejar que por un lado no había que temer una catástrofe, pero al mismo tiempo, tenía que esperar siempre algún registro de sus elecciones en su hijo. Tratando de que se pregunte cuánto de su miedo era una idea de autocastigo por querer otra cosa, en fin...
El resultado: se convenció de que la psicología en su conjunto decía que tenía que postergar sus proyectos personales.
¿Para qué me habré esforzado tanto?¿No era más fácil decirle "todo va a salir bien"? (claro que no, mi paciente no es boluda, pero igual uno se pregunta).
A la siguiente sesión, viene mi paciente con el mismo tema, pero ahora no a pedirme permiso, sino disculpas: finalmente decidió seguir adelante, y me agradece que le haya advertido los riesgos pero igual es muy importante para ella, etc.
Y que cree que es un buen momento para poner pausa en el terapia.
Salió todo al revés, pero como dijo Marge Simpson: no discuto los resultados.

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