Está todo para el orto
El ahora viejo DSM IV tenía un detalle que siempre me pareció el signo de un paradigma que se perdió. Entre los criterios para definir cualquier diagnóstico siempre incluía el aspecto subjetivo. Concretamente, el hecho de que el conjunto de fenómenos observables por nosotros sólo se podía considerar un trastorno si causaba un malestar subjetivo. Sólo si el paciente siente que sufre puede diagnosticarse. Bien pensado, es una posición extrema. No digo que haya que abandonarla, pero lo es. Son principios necesarios, porque de otra manera, nos convertimos en policías de la razón, poniéndonos a decidir quién tiene los patitos en fila. Pero se trata de principios, no de leyes naturales, y hay situaciones en que no podemos seguirlos a rajatabla. Como en un momento específico del ciclo del paciente bipolar, el momento en que empieza su fase maníaca o hipomaníaca. Cosa que vengo pensando desde que una paciente deprimida empezó a estar bien. En lo que puedo suponer de su conducta manifiesta, no